jueves, 12 de junio de 2014

Un nuevo soñador


Una nueva visita,
un nuevo soñador,
porque los sueños
no son sueños,
son lo que son.
Si entras en nuestras letras,
no esperes lo mejor,
somos dos locos
buscando no tener razón,
abriendo nuestros cuerpos en canal,
floreciendo con palabras
lo que sentimos,
nada más.

Autoproclamados Beats
pero malditos como
Rimbaud, Baudelaire,
Verlaine o Keats.

Somos lo que escribimos
y escribimos para vivir.
Y ¡tú! soñador que estás ahí,
inspirando nuestro alma en silencio,
escondiéndote del bullicio de tus problemas,
de los pájaros ruidosos -de petroleo- que vuelan,
de los trabajos sin sentido,
de un paraíso demasiado caro,
del hombre o la mujer a la que amas
y que jamás se lo has contado...

Os prometemos que no os daremos la solución,
sólo somos dos locos escribiendo,
intentando salir como vosotros
de nuestra prisión.




Por Edgar Kerouac.

miércoles, 11 de junio de 2014

Cut-Up Inspirado


¡Ai pájaro! ¡No tienes un Avatar! O ¿crees que no te conozco?
¡Conciencia, hablas como una meteoróloga!
¡Literatos!¡Ved el sol!
¡Cuidado! Matan los modelos de comunicación.
Asimilando, mientras lo decía,
que Winston en mis pulmones vivía.
Narigudo, narigudo ¡no habían zapatos mejores!
Chsss ¡Idiota!¡Qué dos calaveras pueden tener corazón!
¿Serás capaz de darte cuenta del cambio?


Porque los cambios son energía, alguien te toca con su dedo índice y hace estallar cada una de tus venas y arterias, y no por solapamiento de sangre, sino de electricidad. Te iluminan como si fueses un árbol de navidad repleto de lucecitas de variopintos colores. Y esa energía no viene de la destrucción, es pura creación transformadora. Modifica tus enlaces neuronales y sigues siendo tú, pero una versión avanzada de ti mismo, la cual seguramente no sea mejor, ni probablemente peor. Son experiencias datificadas y reunidas en pequeños bloques de memoria, salvaguardados por los cinco perros de los sentidos. Ese cambio que es energía y es tiempo, es inevitable, como respirar. Nunca es un paso atrás. Somos temerosos al cambio, pero están a la orden del día. No temáis, ellos os temen más a vosotros. 




Por Edgar Kerouac. Inspirado por las palabras de la Reina electricidad, que modifica y produce cambios en la vida real.

El Cut-Up de los 24


La lluvia en el nublado que cae sobre las sábanas, esas sábanas de fluido amoroso celestial. Unos pechos morenos, sensuales a rabiar, que se ocultan de un león que cuida que las puertas no se cierren por corrientes de aire, venideras de ventanas abiertas a modo de prevención de ambientes cargados, llevándose consigo el olor de la pasión matinal. Un alma, en ocasiones, puede habitar dos cuerpos distintos, haciendo que la sangre de ambos hierva al aproximarse, provocando, contracciones musculares involuntarias y caricias que se desconoce cuándo vinieron y cuándo se irán, si es que definitivamente deciden irse. Y esas gotas de agua que agolparon los capós, jamás borradas, engendradas por el dios eunuco de la lluvia, que nació muerto y es eterno. Estas piernas quemadas por el silencio de un portátil que teclea en una carretera que nunca calla, porque las carreteras son esos caminos que no conocen el silencio mudo, como esas ciudades de edificios besa-nubes que nunca duermen, aunque lo parezcan. Una mujer que se distrae en su concentración, con esos ojos que hablan, entre parpadeo y parpadeo, de milagros que son posibles. El espacio que no existe entre las rígidas y personalizadas americanas del armario, igual que el espacio entre persona y persona en los metros de Japón, es el mismo que reside entre molécula y molécula de aire. En el Oeste no hay caballos indios, ni cactus, ni bolas rodantes, ni bares de mala muerte, sólo hay Oeste, el último lugar donde iría de viaje el Este. Mientras las cortinas sigan el bamboleo del canto del viento y los hurones continúen sin aparecer, este valle seguirá siendo el mismo valle que fue un día de un calendario sin comprar.

Porque las alas son más que simples plumas y el vuelo más que alzarse por encima del suelo para tocar el cielo. 
              
                   Porque una sonrisa libera de la jaula a cualquier ser y ese ser puedes ser tú. 



Por Edgar Kerouac.