Busco
tu mirada en los ojos de la gente. 
Nuevo en una ciudad que se me hace grande, 
donde me pierdo 
y no sé donde encontrarme.
Busco
tus pisadas en los andenes de metro, 
donde a veces puedo oír el rumor del
silencio 
acallado por las prisas
 y aplastado por el anonimato de miles de
personas 
que se dirigen 
 a ningún lugar
concreto.
Busco
tu esencia entre los árboles de los parques,
 marchitándome poco a poco y 
cayendo lentamente como las hojas en otoño,
 posándome en la hierba
 que me sirve
de almohada. 
Busco
tu cabello entre el viento,  
que sólo
trae polen y lágrimas
 que han vuelto. 
Te
busco en mis sueños, 
pero no te encuentro.
Ya no
sé si te has ido para siempre, 
o soy yo el que no ha ido detrás de ti. 
Ahora me
dices que hay que conocer a otra gente, 
que el amor no está hecho para tu
cuerpo
 y que hoy estás aquí, 
y mañana quien sabe. 
Que si yo te atraigo no es
suficiente, 
que te han hecho daño
 y temes que un corazón cosido 
vuelva a
fracturarse. 
Es
cierto que no puedo prometer amor eterno,
 ni siquiera de dos meses.
 Que soy un
golfo, un borracho que cuando bebe dos copas de más
 (y a menudo pasa)
 me olvido
de todo y solo quiero vaciarme 
sin importarme cómo ni con quien. 
Nunca he sido
un buen novio, es más, 
creo que nunca he llegado a ser siquiera  un novio. 
Y sin
embargo
cuando busco esas pecas que se pierden en tu cuerpo,
solo quiero ser el
Doctor Livingstone 
y descubrir lo más profundo que hay en tu mirada. 
Que
recuerdo el calor de tu cuerpo,
 tu piel quemando mis entrañas
 y mis brazos
intentando acariciarte el alma.
Por Carlos Pelerowski..
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario