martes, 24 de marzo de 2015

Una despedida

Al final es cierto que te vas.

Te alejas para siempre, para no mirar atrás.

Lo único que hay soy yo, viendo tu maleta irse en la cinta del aeropuerto.

Siempre me han encantado las estaciones, los lugares de paso. 
                                                                                                  Pero hoy no.

Es la última vez que tu sonrisa quema mi pecho. Que tu mirada hiela mi alma.
Es la última vez que nuestros cuerpos laten al unísono.

Volvemos al sushi donde se quedaron unas promesas que nunca se llevaron a cabo.

Damos un paseo por el retiro, buscando las huellas de nuestro paso, las hojas que volaban en otoño y ahora que es primavera, han muerto para siempre.

                                                                              No creo que vuelva a verte más.

Tantas líneas escritas en tu nombre y que nunca leerás. Tantas horas soñando con algo que no existe, que se marcha a las Antípodas llevándose un trocito de mí.

He perdido algo que ni siquiera sabía que tenía, pero cuando te veo caminar hacia el avión no dejo de pensar: Joder, date la vuelta y vuelve. Dí que todo era una broma. Abrázame. O insultame, no importa, pero no cojas ese puto avión.

Y yo no tengo el valor de seguirte, porque creo que tú no lo quieres. 

Adiós, te vas y juro que es lo último que escribo acerca de ti. Aunque tarde o temprano vuelva a emborracharme y las lágrimas empapadas en vino y soledad vuelvan a caer y a embadurnar mil hojas donde solo hay letras tuyas. Quise hacer contigo la primavera, y ahora que se acerca mi cuerpo se vuelve invierno.

Todo será silencio y nada tendrá voz. Las pecas no volverán a significar lo mismo nunca. No uniré tus lunares con mis dedos en tu espalda, ni dormirás más apoyada en mi cuerpo. No haré que te corras una sola vez más, no sentiré tu cuerpo bailando pegado al mío, piel con piel y nada más. Se acabó visitar ciudades y despertarnos con el sol, desnudos y abrazados sin pensar en un mañana, o un pasado.  Aunque ese día es ayer y hoy escribo esto sabiendo que es literalmente imposible que estés más lejos. 
                                                                       En serio, lo he mirado en el mapa y es cierto.

Es la última vez que respiro el olor de tus sábanas. Es la última vez que te abrazo y te beso. No habrá ya otro día. Hay tantas palabras en el tintero que podría escribir cientos de cartas. Pero no lo haré.
Toca olvidar poco a poco, sé que es difícil pero no me queda otra. Tu olor se irá desvaneciendo y tu imagen difuminando. Aunque has hecho surco en mi pecho y eso no se va tan fácil, y sufro y siento, pero estoy vivo. Si duele es porque algo bueno hubo. Me vienen ahora en el metro todos los recuerdos y se acumulan en mis ojos. Quieren salir, empaparlo todo. Pero no les dejo. No quiero perder una lágrima, no quiero que nada de  esto se aleje por mis mejillas. Bastante que te alejas tú.                                                                                                                                
                                                                                                                        Con eso basta.

No me atrevo a contártelo. No me atrevo a decírtelo por miedo. Prefiero que estés lejos y no saber una respuesta que tanto una afirmación como una negación solo habrían hecho que aún estuviese más inmerso en el pozo que causa tu ausencia. Bueno, allá voy, sé que esto no te va a llegar. Y aún así me cuesta.

Creo que te quiero. No lo sé, pero si no lo es, se le parece mucho. El tiempo me dará la razón.



                                                                                                          Mierda, no me olvides. 




Por Carlos Pelerowski...

martes, 3 de marzo de 2015

No puedo titular algo que no recuerdo haber escrito.

Como un imbécil que se pone a buscar la mierda en los sumideros de su alma, no encuentra más que agua enfangada impidiendo que la mugre corra por sus arterias. Vengo de intentar follar con una mujer que no me atrae, y lo peor es que en un atisbo de dignidad me ha dejado plantado frente al frío y la impotencia. De nuevo en casa sé que me despierto en menos de 3 horas, volviendo a un trabajo que no me recompensa, a una vida en la que prefiero dormir que enfrentarme a sus problemas. Y casi no veo como escribo, las teclas parecen que juegan a un mundo incomprensible donde la e es la a y la m es la o, y ya no aprendemos a leer pero si a llorar, porque eso es lo que me provoca esta mierda, unas lágrimas que cuando caen son en vano. Unas lágrimas que no ve nadie porque las guardo en mis bolsillos, donde se pudren como odio, como eso que sentías por mí y que se ha llenado de hongos y no quiere ni el pozo de mi amargura. Vivo en una bipolaridad que tú me provocas, que causa estrés en mi pecho y mi corazón ya es como el de un viejo, arrugado y triste en una vida que ni siquiera he empezado a vivir, y sin embargo ya noto que no está completa.  Borracho es la excusa de mi vómito, expulso el alcohol que pago con el trabajo que roba mi tiempo y mi dignidad todos los fines de semana, y de paso me siento un poco más sucio si cabe. Mi polla no puede estar quieta, una amputación a tiempo seria la forma de no herir más a nadie y mucho menos a mí mismo, cansado de meterla en coños despiadados que muerden y salpican, cansado de que los coños que acogen mi soledad luego la lancen a la basura y me escupan cuando me vea, si bien no es con flujo sino con odio, y así se acabó el sexo con desconocidas hasta que la paja de media hora antes de salir no me satisfaga del todo y tenga que buscar algún agujero con olor a hierro, sangre y vergüenza, y me vacíe en la ignorancia de esta gente. A tomar por culo. Cabrones.


Joder, en serio que no recuerdo escribir esto, digo que es por Carlos Pelerowski porque estaba esparcido entre cientos de documentos míos, las musas me roban el sentido y mis dedos a veces teclean solos...

domingo, 1 de marzo de 2015

Tanto Que y tanta polla.

Que llego de noche a mi cama y lo único que quiero es la tuya.


Tantas mujeres guapas que pierdo la vista y sin embargo ninguna como tú.


Que podría tener eso que me daba, esa sensación de acabar en otra persona. 


Pero que no lo es todo.


Que quiero hacer un mapa de nuestra vida con sus pecas, y acabar en el verde que alumbra su mirada.


Que la echo de menos, y creo que la he perdido. 

(Si es que alguna vez la tuve).


Que quiero recuperarla, y si no puedo moriré con su olvido.


Que ahora me doy cuenta que no hay vuelta atrás.


Que lo que una vez se fue, ya no vuelve.


Que me autocompadezco imaginando un futuro que no existe, se fue por la borda el día que le pusiste armadura a tu corazón.


Que ya no te hieren, es cierto, pero tampoco te acarician.


Que Ahora prefieres el frío, o tal vez yo he estado equivocado todo este tiempo, y simplemente es que no me quieres.


Que no quiero escribirte más, y sin embargo no me sale otra cosa.



A la mierda, voy a dormir. Espero no encontrarte esta noche.






Por Carlos Pelerowski..