Al
final es cierto que te vas. 
Te
alejas para siempre, para no mirar atrás.
Lo
único que hay soy yo, viendo tu maleta irse en la cinta del aeropuerto.
Siempre
me han encantado las estaciones, los lugares de paso. 
                                                                                                  Pero hoy no.
Es la
última vez que tu sonrisa quema mi pecho. Que tu mirada hiela mi alma.
Es la
última vez que nuestros cuerpos laten al unísono.
Volvemos
al sushi donde se quedaron unas promesas que nunca se llevaron a cabo.
Damos
un paseo por el retiro, buscando las huellas de nuestro paso, las hojas que
volaban en otoño y ahora que es primavera, han muerto para siempre.
                                                                              No creo
que vuelva a verte más.
Tantas
líneas escritas en tu nombre y que nunca leerás. Tantas horas soñando con algo
que no existe, que se marcha a las Antípodas llevándose un trocito de mí.
He
perdido algo que ni siquiera sabía que tenía, pero cuando te veo caminar hacia
el avión no dejo de pensar: Joder, date la vuelta y vuelve. Dí que todo era una
broma. Abrázame. O insultame, no importa, pero no cojas ese puto avión.
Y yo no
tengo el valor de seguirte, porque creo que tú no lo quieres. 
Adiós,
te vas y juro que es lo último que escribo acerca de ti. Aunque tarde o
temprano vuelva a emborracharme y las lágrimas empapadas en vino y soledad
vuelvan a caer y a embadurnar mil hojas donde solo hay letras tuyas. Quise
hacer contigo la primavera, y ahora que se acerca mi cuerpo se vuelve invierno.
Todo
será silencio y nada tendrá voz. Las pecas no volverán a significar lo mismo
nunca. No uniré tus lunares con mis dedos en tu espalda, ni dormirás más
apoyada en mi cuerpo. No haré que te corras una sola vez más, no sentiré tu
cuerpo bailando pegado al mío, piel con piel y nada más. Se acabó visitar
ciudades y despertarnos con el sol, desnudos y abrazados sin pensar en un
mañana, o un pasado.  Aunque ese día es
ayer y hoy escribo esto sabiendo que es literalmente imposible que estés más
lejos. 
                                                                       En serio, lo he mirado en el mapa y es cierto.
Es la
última vez que respiro el olor de tus sábanas. Es la última vez que te abrazo y
te beso. No habrá ya otro día. Hay tantas palabras en el tintero que podría
escribir cientos de cartas. Pero no lo haré.
Toca
olvidar poco a poco, sé que es difícil pero no me queda otra. Tu olor se irá
desvaneciendo y tu imagen difuminando. Aunque has hecho surco en mi pecho y eso
no se va tan fácil, y sufro y siento, pero estoy vivo. Si duele es porque algo
bueno hubo. Me vienen ahora en el metro todos los recuerdos y se acumulan en
mis ojos. Quieren salir, empaparlo todo. Pero no les dejo. No quiero perder una
lágrima, no quiero que nada de  esto se
aleje por mis mejillas. Bastante que te alejas tú.                                                                                                                                
                                                                                                                        Con eso basta.
No me atrevo a contártelo. No me atrevo a decírtelo por
miedo. Prefiero que estés lejos y no saber una respuesta que tanto una
afirmación como una negación solo habrían hecho que aún estuviese más inmerso
en el pozo que causa tu ausencia. Bueno, allá voy, sé que esto no te va a
llegar. Y aún así me cuesta.
Creo
que te quiero. No lo sé, pero si no lo es, se le parece mucho. El tiempo me
dará la razón. 
                                                                                                          Mierda,
no me olvides. 
Por Carlos Pelerowski...
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario