domingo, 21 de julio de 2013
Oda al odio
Me consumo en llamas.
Ardo y ardo
y, en ceniza,
todo convierto a mi paso.
Pienso sin pensar,
no es la razón
la que envuelve mi llanto,
es pasión desbocada,
irracional,
como el canto de una luciérnaga
enjaulada.
Inspiración de mis tristes obras,
una musa descortés
que me abandona
cuando aún tengo sed.
Te veo en los espejos,
en el agua reflejado,
en los ojos de la gente
que me miran aterrados.
Aceleras mi corazón
hasta que se rompe
y discurre por mis ojos,
como un lago rojo
lleno de fantasmas.
Te odio,
pero no puedo odiarte
porque te halago.
Te quiero y te necesito,
porque me liberas del diablo
con el cual danzo.
Tú me comprendes
pero yo a ti no.
Susúrrame Odio al oído
qué quieres de mí,
¡no soy más que un pobre hombre
que no sabe vivir!
Sé que nos veremos pronto,
que no desistirás,
quizás tenga que casarme contigo
para la eternidad.
La misantropía me condujo al camino de
la comprensión del ser humano y saber
que es ilógico. Aprendí a amarlo en
cualquier tiempo, modo y/o espacio...sin
dejar de odiarlo.
Por discípulo de Maestro Sho-Hai
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