Gente muerta por patriotismo, y seguimos sin aprender. 
Seguirán muriendo los años y vendrán nuevas generaciones,
nuevos patriotas, nuevos amantes del suelo donde nacieron, nuevas gentes que no
comprenden que nacer en las américas, oriente u occidente es puro azar. 
Nos empeñamos, por pura tozudez, en crear fronteras, muros
intolerantes, en poner nombres al suelo que es de todos. Separación es lo que
parece que queremos. Luego nos extrañaremos por ser distintos, nosotros mismos
somos los dioses de estas diferencias, y benditas diferencias. Incapaces de ver
la belleza que hay en ello, obviamos que en lo homogéneo no hay interés alguno.
Sin embargo, hemos llegado demasiado lejos. 
Es hora de comprender y gritar a viva voz “¡Quemen las banderas! ¡El mundo entero es
nuestra nación!”.
Dejad de luchar por los mismos ideales que luchan vuestros
enemigos. Parad, callad, escuchad y veréis como las dudas que tanto os
atormentaban se resuelven solas. Pues las dudas que tenéis son las mismas
cadenas que ambos portáis, y las llaves para libraros de ellas están en los
ojos de vuestros enemigos, aquellos que tanto odiáis sin, verdaderamente, saber
el porqué. 
Acepto el miedo a lo distinto, pero no la cobardía, y como
consecuencia persecución, a lo distinto. Somos muñecas rusas, en la cáscara
superficial la armadura es inquebrantable y los sentimientos, que todos
compartimos, parecen desconocidos. Esta primera capa, en la que cada uno
poseemos un disfraz totalmente distinto al resto, nos aleja unos de otros. Es
tan sencillo como quitarnos todas nuestras pieles de cebolla, y que únicamente
quede el corazón, la diminuta muñeca rusa, esa parte frágil y cálida en la cual
todos somos hermanos.
Cuán hermoso es un atardecer morado, verde o rosáceo; qué
bellas son las rosas rojas, blancas o negras; nos atrae el arcoíris; nos gustan
los ojos azules, verdes o color miel; ¿por qué no veis la tremenda belleza en
la diversidad de la piel? 
El problema es el temor a no ser comprendido, pues témete a
ti mismo amigo, el problema es sólo tuyo, tú eres el que no te comprendes, el
que olvidó al chiquillo que tendía su mano sin necesidad de mirar al que estaba
tendido. 
En mi canto nacional, la música la ponen los pájaros que
canturrean sin cesar, los árboles mueven sus hojas, es su manera de bailar;
negros, blancos, amarillos y extraterrestres se sujetan de las manos, todos
desnudos. Una vez que descubres a la pequeña muñeca rusa que habita en cada ser,
ya no hay nada que esconder.
Quizá el dinero haya creado las fronteras. Nosotros creamos
el dinero, y nosotros mismos creamos la necesidad de crear dinero. En 1492 se
descubrió América, o América descubrió el principio del fin. Patriotas, y bien
orgullosos, dirán que les civilizamos, como si eso fuese algo bueno. Como si la
civilización no hubiese destruido más de lo que ha creado. Sí, ha creado
infinidad de cosas, la mayoría necesidades inútiles. A cambio de un
materialismo, que nos presiona los genitales con fuerza in crescendo, hemos
perdido la esencia de aquellas tribus.
Amar únicamente el lugar donde naciste es amar con límites,
con peros ¿y desde cuándo eso es amor?
Por discípulo de Maestro Sho-Hai...

 
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