domingo, 6 de abril de 2014

Era ella.

Era ella por la mañana, recién levantada y despeinada.
Cuando iba al baño, y después de tantos años
aún le daba vergüenza que espiara tras la puerta.
Cuando me seguía colocando una sonrisa en la tostada,
y me mojaba con agua la cara.
Era ella por la mañana, cuando antes de irse
Siempre me besaba.

 Era ella al mediodía, cruzando elegantemente las piernas en la mesa.
Cuando comía sin contar kilocalorías, sin mirar letras pequeñas.
Cuando después me insistía en dormir la siesta
y acabábamos en una guerra de cosquillas
donde yo siempre perdía.
Era ella al mediodía, cuando siempre me preguntaba
que tal el día.

Era ella cada tarde, con la brisa susurrando su nombre en mi oído,
y los pies bañados en la orilla del mar.
Cuando paseábamos y se asombraba con cualquier pequeño detalle
y me contagiaba esa sonrisa que quemaba.
Era ella cada tarde, sentada a mi lado en silencio,
Disfrutando de ese pequeño momento.




Era ella la noche. 





Por Carlos Pelerowski...

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