Mi mente al fin despertó, ahora no me reconozco, no
entiendo lo que hago, lo que pienso...y me siento genial. Vago en el
sinsentido de la incomprensión. He dejado de razonar, porque se
razona para buscar la verdad, pero la verdad no existe, cada uno
tiene la suya, ¡mi verdad es la mentira!. Las ideas fluyen sin
ningún entendimiento en la oscuridad de mis ojos cerrados, puedo
observarlas, pero no capturarlas, hablar con ellas, pero no
memorizarlas, aproximarme, pero no acariciarlas. 
He abandonado el mundo de los mortales, las penas y
fantasías son mi nuevo hogar, mi fuente de energía, mi elixir de
sabiduría abstracta. No quiero más realidad, no quiero ver las
cosas como aparentan ser, sólo quiero la esencia de sus sombras,
pues la sombra de una persona nunca miente, es tan leal a su dueño
que llora mientras éste sonríe, liberando al dueño de cualquier
tristeza. 
Estoy abierto a las sorpresas, abierto sin mirar qué es
lo que me espera, como una prostituta que mira hacia el techo sin
mirar cómo la tiene el gordo sudoroso de su cliente. No quiero
planes, voy a matar cualquier tipo de organización, ahora gozo con
el caos, acabar con los horarios establecidos, necesito violar sin
sentimientos y de forma salvaje a la rutina, que cada momento sea un
regalo inesperado, que me excite de tal modo que se me erice el
corazón y mi pene escupa fuego.
He dejado de escribir lo que pienso, de dibujar lo que
imagino, mi mano ha tomado el control, patina sobre libertad. 
Quizás parezca el de siempre...cuánto se equivoca el
que piensa eso, pero el cambio sólo es apto para el ojo sensible. No
he madurado, ni soy mejor persona, ni más atractivo, ni siquiera más
inteligente...simplemente he renacido. Ahora tengo un cerebro
distinto, me permite ver cosas hermosas en lugares horribles a simple
vista, amar aquello que duele, reconstruir el mundo a mi antojo,
donde las únicas leyes que mandan son las de mi capacidad de
imaginación.
El miedo a morir sólo hace que ya estés muerto. Una
vez he besado mi calavera y orinado sobre ella, me he dado cuenta que
no mordía. Ahora lloro y disfruto con mi calavera colgada al cuello
con sumo orgullo, como las cabelleras, cortadas a sus enemigos, para
los indios...
Cualquier persona puede renacer, pero no todo el mundo
lo hace. Aquellos que mueren para volver  a crearse no lo hacen del
mismo modo, cada uno toma su camino, este ha sido el mio, pero hay
otros como el de Kase O. 
Por discípulo de Maestro Sho-Hai... 
 
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