jueves, 19 de diciembre de 2013

Diluvio metaonírico directo a entretelas.


     Cualquier cosa se ve brillante cerca de una vela en la noche oscura. Todo da saltos impares siguiendo los recovecos de un pasadizo estrecho y sin salida. Mirando el cielo puedes caer en un hoyo, mirando al suelo puede caer sobre ti un meteoro, mirando al frente… ¡oh si mirases al frente! Puede ser, y repito, sólo puede ser, que mirando al frente veas aquello que tanto tiempo has deseado no ver. Llevas toda la vida huyendo, corriendo de espaldas a la verdad, porque no quieres que te atrape. Pero no te das cuenta, de que mientras más te alejas más se adentra en ti, se apodera primero de tus extremidades, de tus sentidos. Penetra lenta pero inexorablemente hasta el rincón más oculto de tu alma.

No eres más que una semilla que nunca será árbol, que nunca tendrá ramas, que nunca dará frutos, eso te repiten en tus oídos, una y otra y otra vez. Tú duermes con esas palabras que hacen eco en tu ahuecada cabeza, y los sueños nunca llegan, sólo pesadillas. Despiertas sin haber descansado, porque dormir está para soñar, lo recuerdes o no, pero para soñar. Y hubo una vez en la que soñar era tan sencillo que ocurría sin que te lo propusieras. Hubo una vez en la que fuiste feliz con muy poco, en la que tus ojos observaban el mundo con inocencia. Hubo una vez que fuiste niño. Ahora sigues siendo niño, porque no existe otra forma de vida. Pero no te sientes niño. Tus sueños no llegan, te han obligado a crecer en un mundo donde no existe el amor, o eso te quieren hacer creer. Tu mirada está cargada de odio y desesperanza, como la de un anciano amargado. Y no es sólo la tuya. Es la de todos los que están a tu alrededor.

Pero hoy llueve, llueve sobre ti y sobre mí, buen amigo. Caen lágrimas del cielo para embadurnarnos y llevarse de nosotros toda melancolía. Palabra a palabra, luces de navidad intermitentes, un piano que no calla, una noche que nos vence, una habitación que se apaga y nos enciende. Nuestra salvación la creación de un yo sobre papel, un yo que somos y no vemos, un yo que no escrito es maldito.

¿Escribimos en un vano intento de crear nuestras vidas en papel? ¿O vivimos en una partitura ya escrita tiempo ha? Todo el dolor que puedo sentir lo expulso tecleando letra a letra, con rabia a veces, con lágrimas más de una vez, y con sonrisas satisfechas menos de las que debería. Pero sé que si no lo hago reventaré por dentro, que algo dentro de mí implosionará llevándose todo y a todos. Al menos, pintando el folio, sólo soy una bomba que rezuma tinta, una carta que me entra por los ojos y me libera de este nudo que es mi nuez de Adán.

Quizá para finalizar deberíamos volver al principio, intentar brillar sin ser luciérnagas, mirar al frente tras unas gafas de sol empañadas, no buscar la verdad, ser la verdad, huir y correr en círculos hasta volvernos a encontrar, dejar de preocuparnos por no soñar y simplemente ser esos niños que nadan en sus fantasías de corral. Y así, estaremos preparados para no huir jamás, para poder enfrentarnos a aquello que tanto miedo nos causaba, que no era otra cosa que mirar al frente, contemplar nuestro reflejo en el lago que hay en nuestro interior, dónde no habitan animales, pero sí flotan miedos y prejuicios. Y por fin nos convertiremos nosotros en la vela, e iluminaremos cualquier noche que intente atraparnos, y ese miedo no será más que un vago recuerdo de algo que tal vez sucedió, pero que no nos impedirá soñar eternamente.





Escrito por tus palabras y las mías, ahora nuestras, ahora inseparables, indivisibles como agua y cloro, como lluvia y mar, como el alcohol en tu petaca, la que acabas de rellenar. Por Borowsky y Kerouac. 

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Umbral


XXV-XI-MMXIII :
Quise dormir, quise reír, quise...quise despertar y abrazarme en el espejo. Morir sin morir, resurgir del desastre, ser mi propio sastre. Sastre en el arte del desastre. Lanzaré mi aliento y más tarde vendrá el grito, quizá, aullido, para encintar la luna como si fuese un lobo de ciudad. En la ígnea lumbre de mi urbe me pierdo, para acabar sumergido en un umbral de miedo y aislamiento. Hace frío, tengo frío, muere el sol, escondido, escondido en mi dolor.

XXV-XI-MMXIII :
De la llama que fui, ceniza morí, y de ella en llama vuelvo a latir. Cuando no queden horas, ni días, ni fechas que enmarcar, dibujaré una cuna, que sin necesidad de agujas deje de girar. Si dudo no huyo, me enfrento a mi dubitar, sea cual sea su final. Embalsámame en lágrimas -mías a poder ser-, para sentir a terciopelo mis llantos y anhelos, enterrado en mi propio heno sentimental.

XXX-XI-MMXIII :
Vine para irme. Al irme llegué a un lugar desconocido para mí. Iba de retorno a un lugar nunca habitado por mis pies. Llegué ya habiendo llegado antes. Mi alma llegó antes que mi cuerpo, pero ahora sé donde está mi cuerpo pero no mi alma. Allí todos me conocían, excepto yo a ellos. Un paraje con lagunas de sonrisas y donde todos sonríen como si fuese año nuevo o carnavales. En cambio, yo sigo serio y confuso como en los funerales. La gente me habla, pero yo no tengo oídos para ellos. Todos cantan en armónica alegría, yo danzo triste, repleto de melancolía. El sol está afuera, al alcance de todos, pero huye de mí, no me ilumina, no me da un poco de ese calor que me desprenda de la soledad. Mientras todos gritan con sus palabras atronadoras -y que me hacen ensordecer-, yo grito con mi silencio, grito el silencio tan fuerte y profundo como puedo, pero nadie me escucha...o me quiere escuchar. En cuanto mis ojos se acomodan a aquel inhóspito rincón del mundo, cuando dejo de ser ciego y vislumbro tras la niebla de mis enfermas córneas, me percato que todos aquellos seres felices soy yo, son clones de mí, todos son yo pero ninguno es yo. Si fuesen yo, borrarían esas caras de esperanza, esos ojos de ilusión, no se les verían esos dientes de tanto abrir la boca para sonreír. Tal vez, sea yo que ya no soy yo, o sólo soy un día malo entre todos mis yoes felices. Todos me arropan, me guían por un camino pedregoso hasta llegar a una valla de madera. Al lado de la valla veo unas huellas que reconozco rápidamente, son mías, unos pasos más allá está mi alma. Mis clones señalan mi alma caída al suelo, lloran, sus lágrimas caen -como piedras preciosas- encima del alma y renace como Lázaro. Antes de que vuele y se escape para siempre, me abalanzo sobre ella, la beso, la mimo y desaparece dentro de mí. Mi tristeza se esfuma como el humo de un cigarro en la bruma. Ahora soy esos lagos de sonrisas, esa gente feliz, yo soy todos y todos son yo. Recupero el alma olvidada en mi interior, ese lugar que, sin la tristeza, a veces olvidamos que está ahí.

III-XII-MMXIII :
Nubes negras, opacas como niebla espesa. Frío, frío mañanero traído por el viento que se inventa el mar con sus olas furiosas. Frío en la noche, frío solitario al que nadie quiere, sólo por interés le reclaman, para poder dormir mejor, tapados hasta las pestañas con sus sábanas de sueños y fantasías nocturnas. Oscurece temprano y los búhos y murciélagos despiertan antes, ahora cansados de tantas horas de oscuridad ululan y “murcielaguean” llamando al sol, quieren dormir. Con este viento que hace tiritar a los árboles y los dejan desnudos de sus hojas, que hibernan hasta primavera, y los árboles se quedan sin su tintineo de campanillas, solos, como lobos solitarios pero sin aullido, ni ojos para ver la luna. Sólo tronco, savia y raíces que tocan el corazón del mundo y les hace cosquillas. Y las piedras en invierno se esconden bajo otras piedras más grandes y duras. Puede oírse el rechinar de unas contra otras como violines de acero. Las hormigas bailan la conga en filas infinitas para reducir el frío, la primera y la última de la fila son las más resistentes, las que más soportan el cortante y paralizador frío, las más desprotegidas, por eso sólo pueden ser hormigas hembra, las más poderosas y con mayor aguante, guerreras diminutas, de corazón enorme y caliente. Un hombre libre no sabe qué es ser libre, pero lo es, siempre lo es sin consciencia de ella. Siempre escribo, a veces en papel, siempre en mi mente. La mente es una libreta con hojas infinitas y el lapicero para escribir en ellas es invisible para los ojos. Vinimos en vitrinas sin cristales, de casas que no existen, de barrios sin nombre ni número, de mundos que son sólo uno, tal vez ninguno. Vitrinas de mentes, expuestas de cara a un público ciego en vitrinas mentales, a la luz de una vela son reales, y cuán equivocados estamos. Tal vez todo se reduzca a amar y olvidar todo lo dañino, disfrutar de ese dolor agrio durante el instante, saborearlo, llorarlo y, por último y más importante, olvidarlo como si la memoria no existiese. Sólo guardar pequeños pedazos de amor, para esos momentos de sufrimiento aguantar como un gladiador.

(VII-IX-X-XII)-XII-MMXIII :
En cada museo, cada teatro, en cada plaza abandonada, donde los bancos se acercan unos a otros para entrar en calor. En cada lago sin patos, en cada árbol sin pájaros, ni jóvenes que lean bajo su sombra maternal. En cada vinilo oxidado, cada trompeta abandonada en armarios sin constancia, todas y cada una de esas batutas amigas de las arañas y sus telares de hilo y polvo. En cada espejo roto y sus años de maldición, cada escalera abierta de par en par y sin nadie querer por ella pasar, en cada escoba soltera, triste y famélica porque cree que a quien toca no se va a casar. Por cada hoja que cae en primavera, por cada lágrima al despertar, por cada gato cariñoso que por ser cariñoso el adjetivo de perro le dan, por cada bombilla agotada que con desprecio no muere en la papelera de reciclar. En cada suspiro sin inspiro, por cada inspiración reclamada sin escuchar suplica, en cada cuarto cuando llega la noche y aun no has cerrado los ojos, por cada minuto guardado por todos los sentidos y reproducido en el futuro sin cesar, por cada palabra dicha sin adornos, sin prisas, con sinceridad. En cada cicatriz que no quieres borrar, por esos senderos que aun no has cruzado, que quieres cruzar, pero por dejarlo para mañana nunca cruzarás. Por ese odio que no es odio, por esa tristeza que es amor, por ese malestar de los enamorados, que todo el mundo quiere sentir porque le hace sabedor de que lo que siente no es otra cosa que amor. Por esos arco iris sin lluvia, por esos detalles fuera de fecha, por un abrazo aunque no se lo merezca. En cada zapato sucio de lodo, cada pozo sin agua, cada serpiente transformada en un bolso de Prada, por ese veneno que sólo el humano emana. Toda sonrisa es bella, sonrisas tímidas, de media boca, de perfección creciente como la luna, en cada brillo de dientes, cada carcajada sin aire, en cada sonrisa hay belleza, menos en las fingidas, pero éstas son tan fáciles de reconocer que el que mejor las conoce es el que lo acaba de hacer. De tu sonrisa creo un mundo en el que creo. En cada piojo exterminado, cada liendre asesinada, en cada garrapata separada de su casa. Por cada discípulo que no supera al maestro y se siente orgulloso, por cada maestro superado por su aprendiz, en paz y feliz, por cada discípulo que aventaja a su maestro y finge no saberlo. En cada despertar y que el primer pensamiento sea el último con el que te fuiste a acostar. Por ese vals en la ceremonia de los hombres y mujeres caídos. Por esas caricias que estremecen el cuerpo, erizan el vello y te convierten en yonqui, y cada vez necesitas más dosis. En cada milagro que pasa inadvertido día a día, pero se lo toma con filosofía. Por cada sueño recordado, por cada sueño olvidado. Por cada adulto imberbe, por cada otoño feliz, por cada anciano empalmado y cada anciana de vagina juvenil. Por cada árbol marcado de corazones y nombres eternos, cada soneto nunca recitado, ni escuchado, sólo creado por y para uno mismo, por cada huella depurada, por cada estrella que se roba y se dona a quien más amas. En cada tumba un epitafio, que es prólogo y no epílogo de la vida. Por cada uno de mis jinetes. Por cada pavo real hijo de Dalí, por esa realidad hecha sueño, por ese sueño hecho realidad. Por todo aquello que es antiguo y que en su día fue moderno, por todo lo moderno que un día será antiguo. Por esa gente que mide la vida en años y se pierde los instantes. Por ese dinosaurio que se niega a extinguirse, por ese ratoncito Perez que para la niña aun existe. Por la amistad que hierra y se perdona sin tener que perdonar. Por la flor que crece entre la maleza sin malicia, con bondad sin rastro de “egolaridad”. En cada mentira atrapada, en cada verdad sin destapar. Por cada familia, la mejor para cada uno, que no se hace oír pero sí sentir. Por cada botella vacía sin mensaje que la pueda rellenar. Por cada montaña sin cima, por cada encina encima de tu cima. Por cada libro escrito en los márgenes, cuando falta papel y sobran cosas que decir.

Por cada una de estas cosas -y todas aquellas sin mencionar-, una vida, la vida, tan complicada que hay millones de maneras de interpretar...e infinitas de recitar. Por cada una de ellas, aquí está la mía.

(XXX-XI-MMXIII) – (XII-XII-MMXIII) :
Ludovico, para mí, hijo de Borowsky, pues él me lo presentó, le dio vida en mí. Ahora el bueno de Einaudi me hace cabalgar por las sendas de la inspiración, sin frenar, como si mis lomos pudiesen soportar cualquier trayecto sin tener que disminuir el ritmo.
Tú que consigues el fluir de mis ideas, deshaces mis nudos emocionales y me desnudas, anudas a mis dedos un frenesí oscuro pero repleto de luz. Esa luz tan pura que todos llevamos dentro, que sólo dejamos iluminar en los sueños.
Tú que me haces cerrar los ojos y sentir tu piano en mi piel, como una brisa suave pero penetrante, tan gélida como cálida, tan brusca como elegante. Me adentro en el submarino de las palabras del alma, con un cielo malva, que enciende y amansa. Y es que no es música lo que escucho, es un gemido de auxilio, un llanto que ya no cabe dentro, un amor que fue y ya no ha sido, una tristeza que se alarga en un tiempo que no anda. Empáticamente me sitúo en ti, y en ese momento soy tú, y mis manos se paralizan, se agarrotan. Sudan porque lloran. De vez en cuando una frase, de vez en cuando un “corre y borra”.
Tú que no me conoces, yo que no te conozco, te doy forma en estas letras que se unieron danzando tus canciones -o emociones-, no soy yo quien lo escribe, es tu musa que se encarna en mí para que te felicite.

XII-XII-MMXIII :
A estás horas el hoy es mañana, el ayer aun lo veo como hoy, pero ha pasado deprisa, como si me arrebatasen el día sin pedírmelo prestado. Pienso que tengo potestad sobre mi día, pero quizá no me pertenezca y no deba quejarme. Y nos damos cuenta que el tiempo pasa cuando ya ha pasado. Ahora mendigo unos minutos de clemencia más, un menor cansancio, unas palabras lúcidas que tranquilo me hagan descansar. Pido y pido y no quiero dar. Hoy es mañana y mañana qué será...cierro las puertas de mis grillos, ya no cantan. Se apagan las luces. Me acuesto. El mañana ya ha venido, me entrego a ti sin protestar.

XIII-XII-MMXIII :
Traeme una noche pintada por niños, por niños sin civilizar, niños de ninguna sociedad. Acércame ese pincel para con esos niños jugar, dibujando las fantasías que sólo se crean en libertad, sin tener que pensar como los demás.
Si a la mañana siguiente no me reconoces, ves mi cara manchada de tonos malva y ocre, huelo a polvos de talco y llevo las manos blancas, consecuencia de una guerra de harina...estate tranquila. Si he modificado mi nombre por “Traga Gusanos Joe”, “Phillip el Carnicero” o “Bicéfalo King”; si pierdo los modales en pro de un júbilo y una humanidad desenfrenadas, que se expanden y difunden en todo ser; si pataleo y me tiro al suelo, fingiendo un daño que no tengo para tu atención reclamar...puedes estar tranquila. Si me ves correr sin dirección, sin pensar en el mañana ni el ayer, porque en esos días no hay nada que pueda hacer; si me ves robando flores de la casa del vecino o, a escondidas, chocolate al perro dar; si me imagino buceador con la cabeza sumergida en el fregadero; si me ves en la rama de un ciprés, con las manos haciendo de prismáticos invisibles, buscando el tesoro del capitán BarbaGris o de la vida; repito, puedes estar tranquila. Si escribiese como si fuera adulto, y utilizase palabras que me chiva una musa que se esconde en mi patio de luces con bombillas rotas; si me mirase en el espejo para huir dentro de mí; si me ves criando orugas, y permanezco sentado deseando que pase el tiempo para ver una maravilla del universo...tranquila.

Si me ves tranquilo mirando al horizonte y, tú, nada ves, estate tranquila, siéntate a mi lado, acaríciame la tripa, te contaré un secreto si te vienes a vivir a mi guarida.

XIV-XII-MMXIII
       Silence
Silencio, dijo la
soledad. No había nadie, era yo
mismo, queriendo hablar.

       A veces
Chillo y callo. A veces
grillo, otras gallo. A veces brillo,
otras estallo.
 
        Creo
Se vive de
adentro hacia afuera.
Espero y anhelo.

(XVI-XVII)-XII-MMXIII
Si escribiese con la locura de Burroughs nadie podría alcanzarme, pues crearía mil laberintos que se bifurcarían en cientos de miles más, donde sólo yo supiese el sendero correcto. Nadie sería capaz de alcanzar mi pensar de genio drogado. Si escribiese como Jack Kerouac, fluiría como pájaro en viento, como salmón río arriba. Todo escrito con la rapidez del habla, escrito y leído a la vez, me escucharías hablar leyendo mis tangibles palabras. Si escribiese con la belleza de Borges, sería capaz de describirte un excremento y que te diesen ganas de comerlo; de representar la muerte con la fina dulzura de un bobalicón enamorado; de darle vida a una piedra; sacar la bondad de una hiena. Si tuviese el lápiz de Borges conseguiría escribiendo borrar el sufrimiento. Si escribiese con la tremenda sencillez compleja, perfecta y cruda de Bukowski, os haría amar el alcohol, el sexo, los hipódromos, lectura y escritura, y os convertiría en misántropos bajo una luna muda. Tan odiado como alabado, pero respetado por ambas partes. Si escribiese con la tristeza de Francisco Umbral, sería capaz de hacer llorar a un payaso, a una novia el día de su boda, a una madre que acaba de parir gemelos. Podría ensordecer de melancolía a los niños que terminan el colegio, que hoy es su último día y rebosan alegría. Podría apagar todas las luces del universo con una sola palabra narrada tras las orejas del viento. Si escribiese como Kafka, tendría el poder de crear una ironía tan sumamente maqueavélica, que todos la comprenderían excepto yo. Si escribiese como Aldous Huxley, escribiría “Un mundo triste”, en el que todos fuesen felices. Si escribiese como Chuck Palanhiuk, podría hacer interesante una carrera de caracoles contra tortugas, sacaría jugo de un pasa, convertiría una hoja de papel en árbol, una jaula en un mundo y un mundo en una jaula. Si escribiese como John Fante definiría la nieve y podrías olerla, sentir su helor, su tacto, su peso, sin mover tu trasero del asiento, sin poder despegar tus ojos de mis palabras. Tendría potestad para acabar con todo sueño americano y luego -yo- realizarlo. Si escribiese como Edgar Allan Poe, sólo con expirar infundiría miedo y, al mismo tiempo, interés por poder adentrarte en esa oscuridad atrayente. Podría condenar a todas las generaciones de cuervos a ser temidos, durante el resto de su existencia, con un solo poema. Si escribiese como Allen Ginsberg sería capaz de decorar el cielo con metáforas y hacerlo llover en colores desconcertantes. Si la pluma de Paul Auster viviese en mi estuche, haría con las palabras lo mismo que Jean-Baptiste Grenouille con el perfume. Orwell, si tu tinta me perteneciera, sería capaz de escribir ahora y que dentro de millones de años, mis obras siguiesen pareciendo actuales, poseería el poder de la atemporalidad. Si el espíritu de Charles Baudelaire se apoderase de mí y me obligase a escribir, sería para escribir una poesía de tal hermosura que cualquier traducción sería una blasfemia, un pecado sin perdón. Si Arhtur Rimbaud me prestase su mente, describiría en papel una rabia, un excitación, una pasión, una entrega de tal calibre, que si me leyeras quedarías inmóvil durante años, pensando en mis palabras, que ahora serían tus pensamientos, circulares y atormentadores. Si estuviese dotado de la filosofía de Schopenhauer, sería capaz de dejar cualquier tema sin resolver, por intentar resolver -únicamente- el tema del amor. Sin necesidad de información de mis antecesores, ser el filósofo del amor, para descomponerlo en secciones tan diminutas que me posibilitasen su entendimiento y, posterior, salvación. Y si mi colega de escritura, Fernando Pessoa, hermano mediterráneo -no por mar, pues Portugal baña sus costas en el océano atlántico, sino por el aceite de oliva, que no olvida nuestra hermandad-, me cediera su muñeca -sólo pido la mala, no requiero la buena-, escribiría una poesía tan rítmica, tan armónica, tan musical...que se convertiría en algo esencial para cualquier lector. Si me invadiese la energía de Neal Cassady, podría incendiar el mundo con agua; explotar buzones y hacer volar cartas con una sola mirada; morir en mi propio pensamiento; tendría tantos nudos internos que sólo sería capaz de expulsarlos a bocanadas, ni siquiera podría plasmarlos en el papel, demasiado etéreo. Si empuñase el cuchillo-pluma de Henry Miller, destriparía cuanto conoces, lo rebozaría en basura y escucharía como blasfemas lo que antes enaltecías. Tendría el poder de escribir un libro sobre los libros y ser tan atrayente que quedarías ciego antes de terminar de leerlo.

Pero no soy ninguno de estos escritores comentados. Tampoco soy Alberto Moravia, Chejov, Antonin Artaud, Giovanni Boccaccio, Easton Ellis, Turguenev, Dostoyevski, Céline, John Steinbeck, Pablo Neruda, Nicolai Gogol, Paul Verlaine, Bradbury o un largo e interminable etcétera.

Sólo un lapicero, mi alma el sacapuntas, mi musa las experiencias, la vida mi papel. A escribir... 



Por discípulo de Maestro Sho-Hai...

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Vida Inagotable de Haces de luz

Corría y corría y quiso llorar. “Miedo tengo miedo”, gemía sin sus pies parar. Un ajado trozo de papel cayó de su bolsillo, “VIH. Positivo.”, se dilucidó a la luz de un abeto hendido.

Hizo el amor con su amor. Su primera vez. Tenía que ser inolvidable…y lo fue para siempre. Quiso dar marcha atrás, volver al cuento de “nunca jamás”. Era tarde. El reloj de arena no frena, aquella fue su condena.

Tras sus lágrimas, las de sus padres. Destrozados consolándola, sin tener nadie que les consolara.


Por Edgar Kerouac.

Yo quiero


Quién quiere un amigo cuando vas a morir. Quién quiere una madre sufriendo hasta el último segundo por ti. Quién quiere el amor, si no dejas de estar triste y la Parca te embiste con su afilada guadaña, haciéndote conocedor que a ese amor le queda un anuncio. Quién quiere esperanza cuando el que se va eres tú.


Pues yo quiero todo eso. Quiero un amigo que llore por mí; una madre que se aferre a mí; un amor que me dé vida; y la esperanza suficiente para burlarme del Sida.


Por Edgar Kerouac.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Jaula



Tras la puerta mil puertas. Una ventana, única ventana, madera de alcornoque su papá, la posibilidad de ver lo que hay más allá, su mamá.

Tú eres ese pájaro, EL pájaro. Jaula y portezuela abierta y no saldrás. Tu libertad está dentro de ese recinto, no conoces nada fuera de él. El desconocimiento es un monstruo feroz. Miedo a caer, miedo a tener que levantarnos, miedo a mirar atrás y, sobre todo, delante. Miedo a que el presente se escape. Miedo a que las agujas del reloj cojan velocidad y voraces devoren tu piel, destrocen unos recuerdos aun sin fabricar. Miedo a ser consciente -tras la faz girar- que sigues en la jaula, que el aire de ese lugar se está apunto de agotar -gota a gota-, y, aun con todo, viendo la puerta abierta, tus pies siguen reacios a poderla atravesar.

Te enseñaron a no sufrir huyendo. Aprende a sufrir sufriendo. No hay mayor error que ser desconocedor de tu propio dolor. Canta el dolor hacia el cielo y píntalo de estrellas, píntate de estrella, como el mar hace con la luna, como el camaleón con la natura. No intentes darte la espalda, tu interior es un espejo reflejado en otro espejo. Intentar obviarse a uno mismo es como robarse, eres al mismo tiempo víctima, ladrón y policía, sin ningún tipo de escapatoria.

En tu jaula una cama, comida, la seguridad de tus barrotes y una mente limitada, nada más, quizás menos. Fuera está el saber, el saber es conocimiento y el conocimiento es desconocimiento, y no miento si digo que volvemos al principio y tendrás miedo. El círculo perfecto que debes aprehender a romper, porque si tu vida es una pescadilla que se muerde la cola -ola tras ola-, mírate en el reflejo de las fuentes de los parques -donde palomas se sienten tan grandes-, y pregúntate ¿dónde se esconden los callejones que me pierdo?¿por qué siempre el mismo final?¿por qué el mismo trayecto?.

Deja de usar las patas pájaro, recuerda aquello que supiste una vez, que tras tu espalda tienes alas, tus verdaderos pies. Bate ese corazón como si tu vida te fuese en ello, porque aunque no lo sepas así es. La clave es que el mundo no se vive del derecho, se vive del revés. Primero debes comprender la muerte, sin su existencia la vida sería inerte. Una vez la muerte te revele la vida, alza esa barbilla, repleta de lágrimas esculpidas. Preparado para la vida aceptarás la muerte, el final, tal vez, el principio, de una senda ascendente.

Escribo esto desde mi jaula. Tras las tablillas de sándalo que cubren mi ventana, mi única ventana. Sin embargo, la ventana está tan cerca que huele a lejos. Una puerta y mil puertas, esperándome después. La llave en mi bolsillo. Hora de abrir el candado de una -y para siempre- vez.





Por discípulo de Maestro Sho-Hai.
 

Haikus

Árbol que vive en mí”
Un sándalo
habita en mi interior.
Perfuma el exterior.

Cacareo”
No por mucho
cacarear amanece
más temprano.

Canibalismo”
Heterótrofo
envidia autótrofo. Por
eso se lo come.

Hermetismo”
Alma hermética,
suicidio más que
asegurado.

Valentía”
El heroísmo se
oculta tras una lágrima que
lucha por salir.

Valentía II”
Heroísmo,
ocúltate tras una lágrima.
Lucha por salir.

Respeto”
Si disputas
con una puta, llámala
señora.

Hay que decirlo más”
Humano, por
inventar la vergüenza, murieron
los “te quiero”.

Libertad”
Revoca aquella
boca que invoca tu no
revoloteo.

Boga”
Aquél que ose
bogar por estar en boga. Sin
duda, naufragará.

Prisma”
Un mar sin luna,
triste. Un camino sin huellas,
trágico...o mágico.

Lluvia”
Tupido velo.
Cielo triste, que llora y llora.
El caracol aflora.

Velatorio”
Murió un diccionario.
Lo incineraron y sus palabras,
cual mariposas, volaron.



Por discípulo de Maestro Sho-Hai.


sábado, 9 de noviembre de 2013

Tu sudor riega mi garganta reseca 
mientras bailamos danzas cojas de un ojalá
disfrazando un "a nosotros no nos pasará"
con un te quiero afónico que no llega.


Malditos kilómetros, maldita distancia.


Por Barbowski

Volvamos a hablar de reduccionismo

Sol: fuente agotable de felicidad.
Agua: cáliz de vida.
Dinero: materia de corrupción humana.
Oro: elemento químico superconductor de la electricidad.
Vida: némesis de la muerte.
Tiempo: el verdadero oro.
Cielo: anhelo humano.
Mar: paz; calma y tempestad.
Belleza: tú.
Silencio: belleza del sonido.
Nostalgia: ancla del barco de los sentimientos. 
Música: fricción de alegría que entra por el conducto auditivo para desembocar en el alma.
Luz: efecto primacía y recencia de la vida.
Oscuridad: zona por donde has de aprender a caminar pero nunca adentrarte.
Infancia: sonrisa pura.
Vejez (no me gusta esta palabra y la cambio por “Arruga”): marcas de experiencia.
Arte: todo y nada, tú y yo, mierda y brillantez.
Jaula: vida moderna.
Nube: cama utópica.
Dios: faro que algunos esgrimen como guía.
Muerte: ente que dota de sentido a la vida.
Pintura: representación gráfica de los sentimientos.
Poesía: mi tarea pendiente.
Baile: melodía conjunta de cuerpo y alma (por Wiercimowski).
Lágrima: erupción de sentimientos.
Palabra: elemento creador de vida.
Ropa: mecanismo etiquetador.
Naturaleza: creadora ingenua y permisiva. 
Felicidad: alcanzable sólo a momentos.
Soledad: lugar de inspiración y desesperación.
Locura: erección incontrolable de la mente.
Tristeza: oscuridad del interior. (Véase oscuridad). 
Lluvia: micción divina que abona la tierra.
Ángel: eunuco reprimido que se niega a aceptar la muerte.
Libro: elemento creador de pequeños submundos.
Mundo: puerta en la que uno mismo posee el único juego de llaves.
Gigante: iluso, persona que cree que está más cera de tocar el cielo.
Estrella: puntero láser divino.
Luna: hermana triste del sol.
Padre: colonizador.
Madre: centro de gravedad, sol en el heliocentrismo. 



Amor: lo que más me cuesta reducir porque todo se reduce a eso.


Por Barbowski

jueves, 7 de noviembre de 2013

Ventana entreabierta que da a tu patio de luces


Cuántos pasos se necesita dar para comprender la vida…cuántas lágrimas deben lanzarse desde el tejado al vacío…cuántas hojas en otoño, circularán por mar y montaña sin ser recordadas…cuántos balcones verán, mientras la Luna está llena, la desesperación del desamor, en los ojos de un miembro de la pareja, mientras el otro aún sigue acunado en los brazos de cupido.

¿Es acaso el enamorado que todo lo ha perdido, un alma errante que no tiene consuelo?

Cuántos litros de vino se necesitan para olvidar una cara…cuántas noches sin poder conciliar el sueño, deben pasar para que ella no te atormente en tus mejores sueños…en aquellos en los que no quieres despertar, porque la vigilia guillotina tu corazón. Cuántos puentes han sido testigos de esos amantes, que sin poder superar aquellas miradas vacías, llenas de nada, se han lanzado hacia el infinito, sabiendo que aquél sería su último gran salto.

Y, si aun olvidando el recuerdo que martillea tu futuro, ya estás herido de muerte…y si las piedras que antes podías saltar a la pata coja, ahora necesitas cuerda, mosquetones, casco y unas energías que ya no tienes… y si al mirar al espejo te das cuenta que ya no hay espejo, que nunca tuviste reflejo, que ni siquiera eres nadie, sólo huesos presos en carne flácida, que vagabundean sentados de copilotos en el vehículo del viento, tal vez sea el momento de que agarres esa pistola. Esa que tu abuelo guardaba bajo llave, porque siempre se arrepintió de las balas que salieron del cañón, y que él lanzó apretando el gatillo hacia otros corazones. Tal vez sea el momento de que la palpes, sientas su peso bajo tus manos, te des cuenta del poder que tienes, para después averiguar que no quedan balas ni siquiera en la recámara. Porque no puedes huir de tu corazón, no puedes silenciar aquello que anhelas más que nada, la única salida es que no hay salida y ahora por fin te das cuenta…

Y te das cuenta… y disfrutas siendo consciente de ello, porque al igual que tu abuelo, nunca disparaste a ningún corazón que no fuese el tuyo. Siempre intentaste devolver el daño que te hicieron, ser ese espejo que ya no cuelga de la pared, pero nunca lo hiciste, no pudiste y ahora sabes que, verdaderamente, nunca lo necesitaste. Porque al fin te diste cuenta de que la única persona que puede dañarte eres tú mismo. Ni ella, ni nadie más. Y al igual que sólo tú puedes golpear tu alma herida como si de un saco de boxeo se tratase, también eres tú quien puede rellenar de nuevo ese saco, dispuesto a recibir más golpes. Pero en el fondo, dentro de ti, sabes que en toda esa arena que has rellenado en el saco de tu alma, siempre hay espacio para un grano de esperanza, porque la vida sigue y tú te levantarás como has hecho una y otra vez, porque nadie puede tumbarte para siempre, nadie excepto TÚ mismo. Recuérdalo, cabrón.


Estás palabras fueron engendradas entre los silencios de las notas de Ludovico, mientras una ventana entreabierta era el puente de otras ventanas encendidas y apagadas. Ráfagas de suave aire pasaban las páginas de un libro sin nombre de Pessoa y un Haiku cualquiera, cuya esencia era tan pura y tan verdadera como los aplausos del público emocionado de Einaudi. 







Codo con codo, por Quintans y Casado.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Muñeca Rusa


Gente muerta por patriotismo, y seguimos sin aprender.

Seguirán muriendo los años y vendrán nuevas generaciones, nuevos patriotas, nuevos amantes del suelo donde nacieron, nuevas gentes que no comprenden que nacer en las américas, oriente u occidente es puro azar.
Nos empeñamos, por pura tozudez, en crear fronteras, muros intolerantes, en poner nombres al suelo que es de todos. Separación es lo que parece que queremos. Luego nos extrañaremos por ser distintos, nosotros mismos somos los dioses de estas diferencias, y benditas diferencias. Incapaces de ver la belleza que hay en ello, obviamos que en lo homogéneo no hay interés alguno. Sin embargo, hemos llegado demasiado lejos.
Es hora de comprender y gritar a viva voz “¡Quemen las banderas! ¡El mundo entero es nuestra nación!”.
Dejad de luchar por los mismos ideales que luchan vuestros enemigos. Parad, callad, escuchad y veréis como las dudas que tanto os atormentaban se resuelven solas. Pues las dudas que tenéis son las mismas cadenas que ambos portáis, y las llaves para libraros de ellas están en los ojos de vuestros enemigos, aquellos que tanto odiáis sin, verdaderamente, saber el porqué.
Acepto el miedo a lo distinto, pero no la cobardía, y como consecuencia persecución, a lo distinto. Somos muñecas rusas, en la cáscara superficial la armadura es inquebrantable y los sentimientos, que todos compartimos, parecen desconocidos. Esta primera capa, en la que cada uno poseemos un disfraz totalmente distinto al resto, nos aleja unos de otros. Es tan sencillo como quitarnos todas nuestras pieles de cebolla, y que únicamente quede el corazón, la diminuta muñeca rusa, esa parte frágil y cálida en la cual todos somos hermanos.
Cuán hermoso es un atardecer morado, verde o rosáceo; qué bellas son las rosas rojas, blancas o negras; nos atrae el arcoíris; nos gustan los ojos azules, verdes o color miel; ¿por qué no veis la tremenda belleza en la diversidad de la piel?
El problema es el temor a no ser comprendido, pues témete a ti mismo amigo, el problema es sólo tuyo, tú eres el que no te comprendes, el que olvidó al chiquillo que tendía su mano sin necesidad de mirar al que estaba tendido.
En mi canto nacional, la música la ponen los pájaros que canturrean sin cesar, los árboles mueven sus hojas, es su manera de bailar; negros, blancos, amarillos y extraterrestres se sujetan de las manos, todos desnudos. Una vez que descubres a la pequeña muñeca rusa que habita en cada ser, ya no hay nada que esconder.

Quizá el dinero haya creado las fronteras. Nosotros creamos el dinero, y nosotros mismos creamos la necesidad de crear dinero. En 1492 se descubrió América, o América descubrió el principio del fin. Patriotas, y bien orgullosos, dirán que les civilizamos, como si eso fuese algo bueno. Como si la civilización no hubiese destruido más de lo que ha creado. Sí, ha creado infinidad de cosas, la mayoría necesidades inútiles. A cambio de un materialismo, que nos presiona los genitales con fuerza in crescendo, hemos perdido la esencia de aquellas tribus.


Amar únicamente el lugar donde naciste es amar con límites, con peros ¿y desde cuándo eso es amor?





Por discípulo de Maestro Sho-Hai...

martes, 5 de noviembre de 2013

Re-reduccionismo (Borowskiano)

Sol: Aquello que provoca vida, pero que también acaba con ella.
Agua: Elemento en el que puedes flotar, pero no si llevas demasiado peso dentro de ti.
Dinero: Por lo que matarías a tu madre.
Oro: Por lo que venderías a tu hija.
Vida: Paréntesis de la muerte.
Tiempo: Lo que te arrastra al infierno.
Cielo: Inalcanzable.
Mar: Inquietante, temeroso ante él.
Belleza: Subjetiva.
Silencio: El sonido más bello.
Nostalgia: Cortes en el alma.
Música: Sonido de la naturaleza.
Luz: Vida.
Oscuridad: Muerte, miedo a que habrá en ella
Infancia: Felicidad

Vejez: añoro de infancia (añoro de felicidad).
Arte: Expresión de alma
Jaula: Donde casi todo el mundo vive voluntariamente.
Nube: Más física que mental.
Dios: Aquello que colocamos en la oscuridad.
Muerte: Cíclica.
Pintura: Dibujo del alma.
Poesía: la pintura del interior.
Baile: Libertad.
Lágrima: Sentimiento que no cabe dentro de ti.
Palabra: Aquello que da orden.
Ropa: Cadenas.
Naturaleza: Caótica. 
Felicidad: Estado mental, pasajero. Sueño de todos. Amparo de pocos.
Soledad: Si la buscas no la encontrarás, pero siempre estará acechándote.
Locura: Belleza distinta, incomprensible para muchos.
Tristeza: Pasajera puede ser curativa. Perenne acaba contigo. 
Lluvia: Limpa mi alma.
Ángel: Dicen que cuida de mí, pero tal vez yo cuide de él.
Libro: puerta hacia otro mundo.
Mundo: Nuestra gente, nuestros seres más cercanos.
Gigante: Persona con miedo a la pequeñez.
Estrella: El camino del marinero.
Luna: Evocadora de nostalgia, tristeza y amor.
Padre: A veces inspirador, a veces repudiado.
Madre: A lo primero y último que te apegas, tu soporte más firme, tú eres la luz que ilumina su camino.



Amor: Inexplicable. Sólo aquellos pocos que lo hemos experimentado tendremos esa suerte.



Por Henry Borowsky