El piano está cansado, no habla en Si bemol, triste y vilipendiado, se acerca a mí, necesitando escuchar mi voz. Malherido -de herida interior- le digo que mi voz no vale nada, aunque mis escritos tienen todo el alma que el tiempo, día a día, se va apropiando. Ambos tristes, juntamos nuestra nostalgia como fichas de dominó, él cae sobre mí llorando con notas...yo con el corazón.
Por Edgar Kerouac.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario