Censuraron
mi mirada,
dijeron
que era triste.
Prohibieron
que llorara
para
no poder curar mis cicatrices.
Me
despierto y tengo sueño,
ya
no descanso ni durmiendo.
Penas,
miserias y lamentos agrios,
las
pesadillas de un mercenario.
Los
espejos de mi casa,
todos
rotos.
Los
recuerdos y mis fotos,
no
tienen hueco en este odio.
Y
si fuera más alegre...
...moriría,
pues
la felicidad es una droga,
la
droga hacia la utopía.
La
perversión nos acompaña,
incrustada
en mentes opacas,
bocas
que no confiesan,
sólo
sale a la luz, en habitaciones secretas.
La
confusión es el estado natural,
si
estás decidido peligras,
huye
y que nadie vuelva a verte,
las
dudas te perseguirán hasta después de la muerte.
En
este acuario en el que vivimos,
todos
somos peces bobos,
que
piensan que son libres,
sin
mirar los grilletes que portamos en el lomo. 
Vivo
y deambulo cada día 
como
un jabato superviviente,
con
el dolor de mi conciencia
sujeta
en estos pies que no me tienen.
¿Y
si la vida es corta qué más da?
con
miedos, sufrimiento e insensibilidad,
te
regalo mi vida,
¡quítamela
ya!
Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 
 
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