No hay mayor mentira que la verdad. La verdad es un
compendio de medias verdades, que a su vez son medias mentiras.
Parémonos a pensar, reflexionar, aparentar que hacemos uso del
cerebro, en fin, detengámonos. En el mundo hay escasísimas verdades
absolutas, incluso rehuiría de ellas, pero las daré como válidas,
momentáneamente. 
La verdad abarca la honestidad, la buena fe, la
sinceridad y la concordancia entre los conocimientos que se afirman y
la realidad de los mismos. Ahora bien, un esquizofrénico puede dar
la información que le ha proporcionado uno de sus amigos invisibles, para todos excepto para él, una de sus ilusiones. La persona
esquizofrénica, desde su buena fe y honestidad comparte esa
información con otro individuo ¿le está mintiendo?, ¿una persona
enferma, cuya realidad está distorsionada, no puede decir la verdad?
Dentro de su realidad, lo que dice es cierto. ¿Hay más de una
realidad?, ¿cuál es la válida?, ¿la realidad que nos imponen es
la correcta? Nuestra realidad personal es la única que merece ser
considerada como idónea, para llevar a cabo el acto de juzgar las
cosas como verdaderas o falsas.
Dejando aparte las personas enfermas mentales
-tendríamos que dejar de lado a todas las personas, pues cualquier
ser humano lo está-, refirámonos a los enfermos mentales
clínicamente diagnosticados. Toda persona cambia regularmente de
humor, un día puede estar eufórico, otro triste, otro furioso,
etcétera. Cada estado sentimental puede hacernos ver las cosas con
un cáliz distinto. Si una sola persona ya posee infinidad de puntos
de vista, ¿cómo podemos ponerlos todos en común para formular
verdades absolutas? Es, feliz y obviamente, imposible. Las verdades más
comúnmente aceptadas como válidas son cuestión de azar y de poder.
Es más probable que la verdad sea mentira que verdad. 
¿Es más verdad lo que dice la mayoría? Las verdades
de la Alemania de Hitler, toda Alemania sujetando en alto una verdad
compartida que en realidad era mentira. Cuanto más grande es una
verdad más apesta a mentira. Si queréis verdades, buscarlas en
pequeñas dosis, en dosis íntimas, vuestras verdades. Tu verdad
expuesta a la mayoría contraria está probado que acaba
desapareciendo, terminas por unirte a la muchedumbre en su edificio de
mentiras. Cuanto más solo estás, abrazado a tu verdad, más
delicioso y tentador eres para ellos. Lo peor, es que acabas creyendo
que su mentira es un verdad universal. Todo lo que dicen en
televisión es verdad, al igual que lo que dice la radio, o Internet,
por supuesto, los periódicos, los políticos, los prestigiosos
médicos, o abogados, o los héroes pacifistas...Las verdades llegan
a nosotros desde todas partes, dicen que vienen cargadas de buena fe
y de honestidad, con incuestionable sinceridad.
Las verdades que fueron en el pasado ya no lo son en el
presente. En el futuro, lo que hoy defendemos a ultranza como verdad,
será todo mentira, ¿la verdad tiene fecha de caducidad?
Si un mentiroso es aquél que falta a la verdad, yo digo
que soy un honorable mentiroso que viola verdades entre esquina y
esquina, pues no hay mayor verdad que aquello que califican de
mentira, por tu parte, por ser contrario a la mayoría o minoría o, simplemente, ser distinto e inusual. 
La verdad no existe, se ahorcó con la soga de David
Carradine, al ver que cada persona es un mundo lleno de infinitas
verdades y contradicciones sobre la misma verdad, cuyo fruto,
ineludiblemente, y con sinceridad, honestidad y buena fe, es una
mentira. Si descomponemos la mentira, de tal modo que queden las
ideas originales, sin, todavía, metamorfosear, veríamos distintas
verdades, totalmente opuestas unas de otras. Al volverlas a juntar, se
apreciaría cómo se escogen aquellas partes de la verdad que nos
interesan, o que nuestro estado emocional y sentimental nos obliga a
elegir. Por ese motivo, el resultado final es una mentira verdadera,
tal vez, sólo válida para nosotros mismos, válida en nuestra
propia realidad, aquella que difiere en años luz de la del vecino,
el quiosquero, el presidiario o el ministro de educación. 
Si quieres sentirte bien, te aconsejo que aceptes como
verdad todo aquello que la sociedad nos dice que es así. Debes ser
su perrito faldero, lamerle la vagina al pueblo, arrodillarte y
dejarte embestir con una sonrisa de 360 grados. Si decides hacer
esto, nunca tendrás miedo, siempre quedarás bien con el populacho,
podrás ir proclamando a los cuatro vientos que la verdad está de tu
parte, que sólo hay una razón, y es la tuya.
Si, por otra parte, quieres sufrir y darte cuenta que
las verdades que ayer preconizabas, con suma  alegría e ingenuidad,
como incuestionables, son mentiras adornadas con sucedáneo de
excremento de verdad. ¡Adelante!, empieza a dudar de todo aquello
que tenías tan claro, dale la vuelta a esas ideas hasta que obtengan
formas estrambóticas, escupe a esos pensamientos monstruosos a la
cara e insúltales hirientemente. Te prometo que dolerá, pues todos
los fundamentos que formaban los pilares de tu esqueleto se
desmoronarán. Quedará desnudo tu corazón, sin protección alguna
contra los carroñeros secuaces de la verdad popular. Defiéndelo con
una mente abierta, con un alma que no se canse de mirarse en su
reflejo. No temas ahogarte en el fango de la incomprensión, del
recelo, de la marginación...Busca en tus mentiras, tras los muros de
la Pena y el Hastío, esas diminutas verdades naturales, tan
difíciles de encontrar como una aguja oxidada entre agujas sin
oxidar. Esas ínfimas verdades son reinas del disfraz, ten paciencia,
ellas acabarán llegando a ti si tú quieres encontrarlas.
P. D. No hagáis caso de nada de esto, todo es mentira. 
Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario