viernes, 5 de abril de 2013

Las mentiras de la verdad

No hay mayor mentira que la verdad. La verdad es un compendio de medias verdades, que a su vez son medias mentiras. Parémonos a pensar, reflexionar, aparentar que hacemos uso del cerebro, en fin, detengámonos. En el mundo hay escasísimas verdades absolutas, incluso rehuiría de ellas, pero las daré como válidas, momentáneamente.

La verdad abarca la honestidad, la buena fe, la sinceridad y la concordancia entre los conocimientos que se afirman y la realidad de los mismos. Ahora bien, un esquizofrénico puede dar la información que le ha proporcionado uno de sus amigos invisibles, para todos excepto para él, una de sus ilusiones. La persona esquizofrénica, desde su buena fe y honestidad comparte esa información con otro individuo ¿le está mintiendo?, ¿una persona enferma, cuya realidad está distorsionada, no puede decir la verdad? Dentro de su realidad, lo que dice es cierto. ¿Hay más de una realidad?, ¿cuál es la válida?, ¿la realidad que nos imponen es la correcta? Nuestra realidad personal es la única que merece ser considerada como idónea, para llevar a cabo el acto de juzgar las cosas como verdaderas o falsas.

Dejando aparte las personas enfermas mentales -tendríamos que dejar de lado a todas las personas, pues cualquier ser humano lo está-, refirámonos a los enfermos mentales clínicamente diagnosticados. Toda persona cambia regularmente de humor, un día puede estar eufórico, otro triste, otro furioso, etcétera. Cada estado sentimental puede hacernos ver las cosas con un cáliz distinto. Si una sola persona ya posee infinidad de puntos de vista, ¿cómo podemos ponerlos todos en común para formular verdades absolutas? Es, feliz y obviamente, imposible. Las verdades más comúnmente aceptadas como válidas son cuestión de azar y de poder. Es más probable que la verdad sea mentira que verdad.

¿Es más verdad lo que dice la mayoría? Las verdades de la Alemania de Hitler, toda Alemania sujetando en alto una verdad compartida que en realidad era mentira. Cuanto más grande es una verdad más apesta a mentira. Si queréis verdades, buscarlas en pequeñas dosis, en dosis íntimas, vuestras verdades. Tu verdad expuesta a la mayoría contraria está probado que acaba desapareciendo, terminas por unirte a la muchedumbre en su edificio de mentiras. Cuanto más solo estás, abrazado a tu verdad, más delicioso y tentador eres para ellos. Lo peor, es que acabas creyendo que su mentira es un verdad universal. Todo lo que dicen en televisión es verdad, al igual que lo que dice la radio, o Internet, por supuesto, los periódicos, los políticos, los prestigiosos médicos, o abogados, o los héroes pacifistas...Las verdades llegan a nosotros desde todas partes, dicen que vienen cargadas de buena fe y de honestidad, con incuestionable sinceridad.

Las verdades que fueron en el pasado ya no lo son en el presente. En el futuro, lo que hoy defendemos a ultranza como verdad, será todo mentira, ¿la verdad tiene fecha de caducidad?

Si un mentiroso es aquél que falta a la verdad, yo digo que soy un honorable mentiroso que viola verdades entre esquina y esquina, pues no hay mayor verdad que aquello que califican de mentira, por tu parte, por ser contrario a la mayoría o minoría o, simplemente, ser distinto e inusual.

La verdad no existe, se ahorcó con la soga de David Carradine, al ver que cada persona es un mundo lleno de infinitas verdades y contradicciones sobre la misma verdad, cuyo fruto, ineludiblemente, y con sinceridad, honestidad y buena fe, es una mentira. Si descomponemos la mentira, de tal modo que queden las ideas originales, sin, todavía, metamorfosear, veríamos distintas verdades, totalmente opuestas unas de otras. Al volverlas a juntar, se apreciaría cómo se escogen aquellas partes de la verdad que nos interesan, o que nuestro estado emocional y sentimental nos obliga a elegir. Por ese motivo, el resultado final es una mentira verdadera, tal vez, sólo válida para nosotros mismos, válida en nuestra propia realidad, aquella que difiere en años luz de la del vecino, el quiosquero, el presidiario o el ministro de educación.

Si quieres sentirte bien, te aconsejo que aceptes como verdad todo aquello que la sociedad nos dice que es así. Debes ser su perrito faldero, lamerle la vagina al pueblo, arrodillarte y dejarte embestir con una sonrisa de 360 grados. Si decides hacer esto, nunca tendrás miedo, siempre quedarás bien con el populacho, podrás ir proclamando a los cuatro vientos que la verdad está de tu parte, que sólo hay una razón, y es la tuya.

Si, por otra parte, quieres sufrir y darte cuenta que las verdades que ayer preconizabas, con suma alegría e ingenuidad, como incuestionables, son mentiras adornadas con sucedáneo de excremento de verdad. ¡Adelante!, empieza a dudar de todo aquello que tenías tan claro, dale la vuelta a esas ideas hasta que obtengan formas estrambóticas, escupe a esos pensamientos monstruosos a la cara e insúltales hirientemente. Te prometo que dolerá, pues todos los fundamentos que formaban los pilares de tu esqueleto se desmoronarán. Quedará desnudo tu corazón, sin protección alguna contra los carroñeros secuaces de la verdad popular. Defiéndelo con una mente abierta, con un alma que no se canse de mirarse en su reflejo. No temas ahogarte en el fango de la incomprensión, del recelo, de la marginación...Busca en tus mentiras, tras los muros de la Pena y el Hastío, esas diminutas verdades naturales, tan difíciles de encontrar como una aguja oxidada entre agujas sin oxidar. Esas ínfimas verdades son reinas del disfraz, ten paciencia, ellas acabarán llegando a ti si tú quieres encontrarlas.

P. D. No hagáis caso de nada de esto, todo es mentira. 


Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 

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