martes, 2 de abril de 2013

Sonidos nunca escuchados

Un mundo repleto de sonidos. Sonidos vibrantes y retumbantes. Despertadores de gente muerta y aburrida. Sonidos que crean muecas en caras vacías. Sonidos musicales, ordenados y desordenados, rectos y obtusos. Sonidos de ultratumba. Sonido de batería diabólica golpeada por un ángel. El crujir de un diente roto, el sonido del dolor. El amor sólo tiene un sonido, la tristeza infinitos. El sonido de un cuarto sin nadie. La amistad que nunca se tuvo, en un sonido nunca escuchado. El sonido de un corazón apunto de dejar de latir, el sonido de las lágrimas de la persona que está a su lado, rezando para que salga de allí. El sonido de una madre sin trabajo, al lado de un vagabundo sin zapatos. Sonidos de una alegría que se borra en la memoria. El sonido de un hombre resbalando, por las escaleras de un alma que se aleja. El silencio es el mayor sonido. El sonido está en todas partes, es “omnisonante”, huye de él si te gusta lo imposible. El sonido es padre e hijo a la vez. El sonido del primer insulto de un niño y su primera bofetada. El sonido de una palabra equivocada, que se escapa de los labios sin retorno, en el peor momento. El sonido humillante y maravilloso de una persona vomitando. El sonido de un coito sádico, gemidos incensurables desde el confesionario de la iglesia. El sonido de una mirada que desnuda. La vergüenza en sonido. Un milagro que no llega, una suerte que te abandona, un destino que nunca existió, el sonido nunca hace eso. El sonido hueco de un puñetazo contra la pared ante la injusticia, el sonido de la sangre cayendo en saco roto. El sonido del alzheimer. La palabra fracaso retumbando en tus orejas en un sonido vejatorio. El sonido de una prostituta alimentando a su recién nacido. El sonido de un inmigrante deportado a su país. El insomnio que mata un cuerpo con sonidos de impotencia. El sonido del primer beso, del segundo, del tercero, del odio. El sonido de un padre que jamás volverá a llamarte.

El sonido de esta mente, escribiendo estas mediocres palabras, que suenan en la alcoba donde guardo el corazón, junto a los calcetines, las ilusiones y la imagen de un niño que se parece a mí, pero suena distinto.

Fue hallado el sonido en un cementerio, agotado, furioso y triste por pasar inadvertido tanto tiempo, intentando suicidarse, pero fue demasiado cobarde. 


Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario