Un mundo repleto de sonidos. Sonidos vibrantes y
retumbantes. Despertadores de gente muerta y aburrida. Sonidos que
crean muecas en caras vacías. Sonidos musicales, ordenados y
desordenados, rectos y obtusos. Sonidos de ultratumba. Sonido de
batería diabólica golpeada por un ángel. El crujir de un diente
roto, el sonido del dolor. El amor sólo tiene un sonido, la tristeza
infinitos. El sonido de un cuarto sin nadie. La amistad que nunca se
tuvo, en un sonido nunca escuchado. El sonido de un corazón apunto
de dejar de latir, el sonido de las lágrimas de la persona que está
a su lado, rezando para que salga de allí. El sonido de una madre sin
trabajo, al lado de un vagabundo sin zapatos. Sonidos de una alegría
que se borra en la memoria. El sonido de un hombre resbalando, por
las escaleras de un alma que se aleja. El silencio es el mayor
sonido. El sonido está en todas partes, es “omnisonante”,
huye de él si te gusta lo imposible. El sonido es padre e hijo a la
vez. El sonido del primer insulto de un niño y su primera bofetada.
El sonido de una palabra equivocada, que se escapa de los labios sin
retorno, en el peor momento. El sonido humillante y maravilloso de
una persona vomitando. El sonido de un coito sádico, gemidos
incensurables desde el confesionario de la iglesia. El sonido de una
mirada que desnuda. La vergüenza en sonido. Un milagro que no llega,
una suerte que te abandona, un destino que nunca existió, el sonido
nunca hace eso. El sonido hueco de un puñetazo contra la pared ante
la injusticia, el sonido de la sangre cayendo en saco roto. El sonido
del alzheimer. La palabra fracaso retumbando en tus orejas en un
sonido vejatorio. El sonido  de una prostituta alimentando a su
recién nacido. El sonido de un inmigrante deportado a su país. El
insomnio que mata un cuerpo con sonidos de impotencia. El sonido del
primer beso, del segundo, del tercero, del odio. El sonido de un
padre que jamás volverá a llamarte. 
El sonido de esta mente, escribiendo estas mediocres palabras, que suenan en la alcoba donde guardo el corazón, junto a los calcetines, las ilusiones y la imagen de un niño que se parece a mí, pero suena distinto.
Fue hallado el sonido en un cementerio, agotado, furioso
y triste por pasar inadvertido tanto tiempo, intentando suicidarse,
pero fue demasiado cobarde. 
Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 
 
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