Soledad,
necesaria y asesina,
amada
y odiada,
marginada
y bienvenida,
pero,
sobre todo, incomprendida.
Soledad,
escogiste ser distinta,
por
ser fiel a tus ideales,
sin
saber que eso son patrañas
y
que en el cambio está la clave.
Soledad,
que te invité para conocerte,
y
ahora no te vas,
yo
ya no quiero verte,
soy
el hombre sin sombra, prisionero en soledad.
Fui
a California y allí estabas.
Estuve
en Tokio y me acompañaste.
Viví
en Australia y compartí piso contigo.
Quizá
seas el verdadero Dios omnipresente y desconocido. 
Soledad,
eres mi musa para escribir,
la
inspiración de tu dolor
revive
la tinta
de
mi cuaderno del sentir.
Te
llamo por conveniencia,
no
soy un buen amigo.
Es
todo lo que puedo ofrecer,
soy
como tú, un loco incomprendido.
Sucia
e inmaculada Soledad,
feliz
y nostálgica.
Hiciste
que me conociese mejor
y
entonces me di cuenta de lo horrible que soy.
No
importa batallar contigo,
aunque
te tengo miedo,
porque
detrás de ti estoy yo,
escondido
y atrapado en el silencio.
En
compañía nacimos,
en
soledad moriremos,
qué
mejor compañía que uno mismo,
para
dormir en el infierno.
Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario