miércoles, 3 de abril de 2013

En compañía de la soledad


Soledad, necesaria y asesina,
amada y odiada,
marginada y bienvenida,
pero, sobre todo, incomprendida.

Soledad, escogiste ser distinta,
por ser fiel a tus ideales,
sin saber que eso son patrañas
y que en el cambio está la clave.

Soledad, que te invité para conocerte,
y ahora no te vas,
yo ya no quiero verte,
soy el hombre sin sombra, prisionero en soledad.

Fui a California y allí estabas.
Estuve en Tokio y me acompañaste.
Viví en Australia y compartí piso contigo.
Quizá seas el verdadero Dios omnipresente y desconocido.

Soledad, eres mi musa para escribir,
la inspiración de tu dolor
revive la tinta
de mi cuaderno del sentir.

Te llamo por conveniencia,
no soy un buen amigo.
Es todo lo que puedo ofrecer,
soy como tú, un loco incomprendido.

Sucia e inmaculada Soledad,
feliz y nostálgica.
Hiciste que me conociese mejor
y entonces me di cuenta de lo horrible que soy.

No importa batallar contigo,
aunque te tengo miedo,
porque detrás de ti estoy yo,
escondido y atrapado en el silencio.

En compañía nacimos,
en soledad moriremos,
qué mejor compañía que uno mismo,
para dormir en el infierno.


Por discípulo de Maestro Sho-Hai.

No hay comentarios:

Publicar un comentario