XVII-I-MMXIV
Mi brazo es una baqueta,
no una trompeta,
golpea el aire
como una batería
de combate,
tras la ventanilla 
de mi diablo rodante,
rampante,
flotante
sobre el asfalto humeante,
me conduce hacia 
la pausa de un instante,
me bendice con 
la gracia 
del ignorante,
con la paz 
del infante,
y me hace sentir
en un mar 
de bogavantes,
entonces meditaré como antes...
nunca antes.
Por Edgar Kerouac. 
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario