Que a
veces, 
cuando
me asomo por la ventana y siento la brisa,
 los pelos se me erizan 
como
cuando tú me acariciabas.
 Que ya no creo en las hadas,
 ni en ratones que traen dientes,
 ni en princesas que roban corazones. 
Que ya
solo creo en tus besos, 
que no
me convierten en rana, 
pero
que aún tienen magia. 
Que si
miro por la ventana, 
es
porque no estás tú en mi cama. 
Que si
escribo ahora,
 es porque hace ya tiempo, 
que no
siento tu mirada.
Y sé,
 que tal vez debería dejar de pensar,
Y  dedicarme a follar.
Decir
más sexo,
Y menos,
te quiero.
Olvidarte
en brazos de otra,
porque en
los de Morfeo, 
cada
noche apareces para arrastrarme
 a la soledad de mis sueños.
 Y esa promesa de ser siempre niños,
se las
ha llevado Peter Pan,
 ha raptado mi inocencia y con ella,
 tú.
Que
este poema no lo leas, 
porque
los escritores estamos malditos,
 y bastante maldición es saber que estas
paredes
 solo acogen una piel 
que de
nuevo se abraza al olvido, 
se
busca en la soledad onanista de tus recuerdos,
 se corre en forma de lágrimas, 
y se
pierde entre estas palabras.
Que el único
sitio donde quiero perderme
 es entre tus piernas, 
que las
únicas calles que quiero pasear 
son las
que llevan a tu coño, 
que las
únicas carreras que quiero hacer 
son las
de tus medias.
Que los
únicos besos que quiero, son los que ya me diste…
Por Carlos Pelerowski..
 
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