miércoles, 28 de mayo de 2014

Me asomo a la ventana y no eres la chica de ayer, pero tampoco la de hoy.

Que a veces,
cuando me asomo por la ventana y siento la brisa,
 los pelos se me erizan
como cuando tú me acariciabas.

 Que ya no creo en las hadas,
 ni en ratones que traen dientes,
 ni en princesas que roban corazones.

Que ya solo creo en tus besos,
que no me convierten en rana,
pero que aún tienen magia.

Que si miro por la ventana,
es porque no estás tú en mi cama.
Que si escribo ahora,
 es porque hace ya tiempo,
que no siento tu mirada.

Y sé,
 que tal vez debería dejar de pensar,
Y  dedicarme a follar.
Decir más sexo,
Y menos, te quiero.
Olvidarte en brazos de otra,
porque en los de Morfeo,
cada noche apareces para arrastrarme
 a la soledad de mis sueños.

 Y esa promesa de ser siempre niños,
se las ha llevado Peter Pan,
 ha raptado mi inocencia y con ella,
 tú.

Que este poema no lo leas,
porque los escritores estamos malditos,
 y bastante maldición es saber que estas paredes
 solo acogen una piel
que de nuevo se abraza al olvido,
se busca en la soledad onanista de tus recuerdos,
 se corre en forma de lágrimas,
y se pierde entre estas palabras.

Que el único sitio donde quiero perderme
 es entre tus piernas,
que las únicas calles que quiero pasear
son las que llevan a tu coño,
que las únicas carreras que quiero hacer
son las de tus medias.


Que los únicos besos que quiero, son los que ya me diste…



Por Carlos Pelerowski..

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