Otra
noche de fiesta,
 y tu sombra no aparece. 
Otra
borrachera 
sin que
me cojas de la mano 
y me
lleves a casa 
cuando
empiece a pellizcar 
culos. 
Y tú te
rías 
porque
sabes que en el fondo
solo tengo ojos para ti, 
pero me
encantan 
los
traseros ajenos.
Otra
noche abrazado a una botella, 
a unos
labios
que si
bien no son los tuyos,
al
menos me responden. 
El
alcohol baja por mi garganta, 
ahogando
las mariposas de mi estómago.
 Las voy matando poco a poco,
 y,
 a medida que esto pasa,
 tu
imagen se va borrando.           
Es entonces cuando me paso
 y
busco otros cuerpos,
 y no
me importan como. 
La soledad del borracho, 
la ebria desnudez de un corazón anestesiado,
 o al
menos, 
en fase KO.
Y al día siguiente 
cuando no aguante mi cabeza, 
y me lave el sudor y la vergüenza, 
volverás a mí.
 Y
volverá a doler, 
y a golpear,
 y a
tratar de hacer que caiga
 rendido ante tus pies. 
Que te jure pleitesía y te busque entre
todas,
 que te
ame y no te folle,
 que te
abrace y no te muerda. 
Intentarás domesticarme,
 cuando
tú en realidad
 no
quieres una mascota. 
Tú lo que quieres, no lo sé.
Yo lo que quiero,  es que acabes este poema por mí.
Por Carlos Pelerowski...
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario