jueves, 12 de noviembre de 2015

Dónde están mis sueños

Hace tiempo que apenas sueño. Las sábanas me cubren. Los párpados no yerguen. Mi mente vuela hacia el infinito, pero a la oscuridad es a la única que invito. Me adentro en mi subconsciente pero no veo a Koons, Magritte, Miró o Ernst. Frida Kahlo me abandona, y mis sueños sólo son monocromo -triste- negro. Busco el motivo de tal consecuencia, pero no consigo localizar la razón de esta ausencia. No estoy libre de dudas ni preocupaciones, la mayoría de mi cabeza está poblada de tales irrupciones. Sin embargo, ni rastro de pesadillas. Nada me atormenta mientras duermo, mas tampoco vuelo, en el jardín de los sueños de los poetas rotos. No sé dónde dejé las alas de Morfeo, experto en perder más de lo que encuentro. He dejado de vivir la vida como si fuese un cuento, tal vez por ello, mis sueños se hayan sumergido en el fondo del mar Muerto. Mis ojos se cierran y es como un punto y aparte, sin anuncios, cogen y se abren. No me preocupa, pero me extraña. Alguien ha dejado de pulsar el botón de la magia, la bombilla se ha fundido y yo aquí solito, un payaso sin su circo. Quizá sea mi memoria, la que no recuerde esas fantasías e historias; o puede que jamás vuelva a alcanzar la fase REM, siendo un apátrida despierto, y durmiendo también. Qué poca importancia le damos a los sueños, pero ahora que me faltan, me siento enfermo. Si Freud me viera, no sabría qué decirme. Probablemente me daría el pésame, por ser un ser que en sueños no existe. Echo de menos mi ilógico subconsciente, ha desaparecido el único momento en el que soy de él consciente. He dejado de ver la filmografía, que pinta un espíritu que habita mi interior. El único espectador, de un teatro inmenso de cartón. Acostumbrado a esas obras donde todo es de color, excepto yo; ahora me siento confuso en esta realidad sin ciencia ficción.




Por si jamás volvemos a cruzarnos, quiero decirte que sin ti me falta algo. 






Por Edgar Kerouac.

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