martes, 10 de noviembre de 2015

Una pequeña introspección justo en el momento en el que doy un paso hacia delante, y dos hacia atrás.

Un años más viejo, que no más joven. Un año donde he aprendido, y sobre todo he desaprendido. He comenzado a caminar hacia atrás, buscando los escollos, las piedras con las que he caído. A todas les he puesto nombre, pues ya forman parte de mí. A todas, de alguna manera, las amo.

Un año más viejo, más barba pero todavía sin canas. No he madurado, ni soy más sabio que el diablo, sigo siendo un pobre diablo que no tiene donde ir, pues nadie le espera en ninguna parte. Así que me dejo llevar como una hoja movida por el viento.

Sigo escribiendo, es algo intrínseco, que cada vez siento más dentro. Me gusta. Busco mis musas en el dolor, a veces no aparecen pero bebo y todo es más fácil. Hace tiempo que no lloro en público, parece que mis lágrimas se han vuelto tímidas, desconfiadas. No quieren que nadie las vea.

Un año donde todo lo que vino, se fue. Un año más gato por las calles de Madrid, atrapado entre paredes que yo mismo creo, pero que fabrico sin puerta. Tengo una llave dentro esperando que alguien venga, y me indique la salida. Todo será más fácil.

Un día especial, donde me invade la nostalgia, y sin embargo siento calor por dentro. Amor. Sé que hay gente que me quiere, que me ama. Es raro describir esta sensación, la de saber que si al final te caes, siempre habrá manos que te levanten. Y yo soy de caerme muchas veces.


Así que permitirme, que en un día como éste, me llevéis entre todos en volandas, y al menos por hoy, no dejéis que me sumerja en el pozo que tengo siempre a mis pies. Gracias


Carlos Pelerowski

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