Un años más viejo, que no más joven. Un año
donde he aprendido, y sobre todo he desaprendido. He comenzado a caminar hacia
atrás, buscando los escollos, las piedras con las que he caído. A todas les he
puesto nombre, pues ya forman parte de mí. A todas, de alguna manera, las amo.
Un año más viejo, más barba pero todavía sin
canas. No he madurado, ni soy más sabio que el diablo, sigo siendo un pobre
diablo que no tiene donde ir, pues nadie le espera en ninguna parte. Así que me
dejo llevar como una hoja movida por el viento.
Sigo escribiendo, es algo intrínseco, que
cada vez siento más dentro. Me gusta. Busco mis musas en el dolor, a veces no
aparecen pero bebo y todo es más fácil. Hace tiempo que no lloro en público,
parece que mis lágrimas se han vuelto tímidas, desconfiadas. No quieren que
nadie las vea.
Un año donde todo lo que vino, se fue. Un año
más gato por las calles de Madrid, atrapado entre paredes que yo mismo creo,
pero que fabrico sin puerta. Tengo una llave dentro esperando que alguien
venga, y me indique la salida. Todo será más fácil.
Un día especial, donde me invade la
nostalgia, y sin embargo siento calor por dentro. Amor. Sé que hay gente que me
quiere, que me ama. Es raro describir esta sensación, la de saber que si al
final te caes, siempre habrá manos que te levanten. Y yo soy de caerme muchas
veces.
Así que permitirme, que en un día como éste,
me llevéis entre todos en volandas, y al menos por hoy, no dejéis que me
sumerja en el pozo que tengo siempre a mis pies. Gracias
Carlos Pelerowski
 
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