Queridos
Reyes Magos:
Estas
Navidades no quiero más juguetes, aunque hoy he visto un video juego
que es una pasada, pero no, este año no quiero eso. Tampoco quiero
ropa, hay demasiada en mis armarios y este año apenas he crecido,
así que aun me sirve el pijama de franela y el jersey de reno -que
tanto odio y tantas rozaduras me hace- del año pasado. Sabéis que
me porto bien, que intento hacer los deberes y estudiar todo lo que
puedo, pero siempre hay gritos en casa y me pongo triste y no me
concentro. Además, siempre os pongo bombones en los calcetines de la
chimenea y vasos de leche para los tres, porque sé que venís de muy
lejos y ya tenéis una edad, y la leche es buena para los huesos.
También pongo grandes cuencos de agua, para que beban vuestros
camellos -espero que algún día me dejéis acariciarlos-. 
Así
que este año os pido que mis padres no se peleen más. Mi madre
siempre está llorando, y no sé por qué pero si ella llora yo
también. Mi padre la paga conmigo, me grita y a veces me pega cuando
me acerco a mamá. Es raro, porque algunas vecinas le preguntan a mi
madre por qué tiene el ojo morado o por qué cojea o no va algunos
días al trabajo. Muy extraño porque ella dice que es torpe, que es
porque se cae o choca contra una puerta o la cama, pero no es así,
es porque papá le pega. 
Por
favor, ese es mi único deseo, no quiero más peleas entre mis
padres.
P.D.
Si no es mucho pedir, tened un poco de cuidado. El año pasado
vomitasteis en la alfombra y los regalos. Olía a esa bebida que casi
siempre está bebiendo papá, creo que se llama “Ginebra”. Mamá
se enfadó mucho con papá, pero yo sé que fuisteis vosotros.
Muchas
gracias Melchor, Gaspar y Baltasar, de vuestro amigo Carlitos.
Por Edgar Kerouac. 
 
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