martes, 24 de febrero de 2015

Literalmente.

Desnudo y trágico sin saber hacia donde mirar, la ventana de tu olvido hace ya tiempo que la abriste, dejando paso a otros pájaros que con sus cantos te han enamorado.

Yazgo solitario en el lecho de mi litera de Ikea, a la que le faltan un par de tornillos porque el sexo en ella es cuanto menos, complicado

Llego ebrio a casa, ebrio de vino y de amor. He conocido a una chica, menudo pivón.

Rubia, buen cuerpo, lozana y encima lo mejor, ni pajolera idea de español.

Así que todas las burradas que suelo decir quedan en el tintero, y mi inglés de la LOGSE consigue, con la ayuda de algún que otro chupito, que esta noche la suba al cielo.

Cuando digo esto no me refiero a que soy el mejor amante, es simplemente que mi cama está algún que otro peldaño por encima de la de los simples mortales, cuatro en concreto. Hoy le van a hacer el amor literalmente, porque mi cama, en efecto, es una litera.

Gris metalizada, finos acabados y una barra anticaída, estos suecos de Ikea piensan en todo, son pura cortesía. Le dije a mi casero que me la anclara, aunque tal vez él, como mi padre, no tenía mucha esperanza en que la usara. Si total, para dormir, no se moverá. No te preocupes majo, os he puesto también un cómodo sofá.

El sofá se lo ha adueñado mi gata, y gracias a Murphy, para una vez que pillo, me toca el lote completo. Guiri, bebida y alérgica. No quiero imaginar como sería una…(slurp slurp) que cada diez segundos hicera Atchús. El que quiere escupir algo soy yo, y sin embargo, por una vez, ella me ha ganado, ha sido la primera.

Así que vamos a mi litera, y cuando sube por las escaleras me doy cuenta, en la discoteca su trasero no parecía tan grande. Bueno, es igual, ya no hay marcha atrás (Excepto la que puede que en un rato me toque practicar).

Ahora es cuando echo de menos los anclajes, esto se mueve más que una montaña rusa, y el flexo del escritorio se acaba de caer estrepitosamente contra el suelo. Pero parece que me da igual, estoy teniendo sexo! Aunque creo que a mi compi del cuarto de al lado le estoy causando un pequeño trastorno de estrés postraumático, suerte que hasta dentro de unos meses no aparece, e igual yo, ya no vivo ahí o coincide con las vacaciones de verano y bendito calor, no tengo que soportar agudos grititos de locura total. Aunque agudos los que hace aquí la Señorita. Entre la cama, la fricción de mis calcetines blancos( los únicos limpios que me quedaban) con la sábana acartonada y sus gemidos, esto parece la Orquesta Municipal.

En fin, luego dormir tampoco es lo mejor, pues las barras, que aportan tanta protección, impide que mis miembros se estiren, y tengo piernas y brazos encogidos, vamos, que parezco un embrión.

Y así llega y se acaba la noche, y ahora me toca echarla de aquí con sutileza, sin ningún tipo de reproche.


Bueno, un polvo más y una mirada menos. Una nueva mancha en las sábanas y otra que se quedará en el tintero. En fin amigos, así pasa otro día y yo ya solo quiero dormir tranquilo, estirado, con mi manta suave y mi edredón acartonado.

los pájaros se han ido, al final, como tantos otros, no han anidado....


Por Carlos Pelerowski

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