Foster
se comía una manzana, el jugo le escurría por la boca, la piel de
la manzana se le quedaba entre los dientes. Terminó la manzana,
proyectó una última mirada sobre el cadáver tendido en el suelo y
se marchó con total impunidad.
Medianoche,
Foster estaba sentado en su butaca. Por las noches era cuando vivía,
pensaba que por el día únicamente transitaba gente aburrida y que
nada interesante había por descubrir, en cambio las noches…no se
sabía qué sorpresa podía deparar la noche, eso le encantaba.
Era
una noche sin estrellas, el cielo estaba totalmente despejado, aún
sin estrellas era una noche bastante clara e iluminada. Foster
abandonó su casa, quería ir a beber pero también tenía ganas de
sexo, así que se dirigió a un club de alterne, mataba dos pájaros
de un tiro. Llegó al club, la gente le saludaba, parecía que había
visitado más veces el lugar. El camarero, sin preguntar, le puso un
gin tonic, Foster se lo tomó de un trago, estaba bastante excitado,
pidió otra copa. Vio una cara que no le resultaba familiar, era una
chica nueva, se llamaba Silvie, era una rubia rusa, de muy buen
cuerpo, con unas piernas muy estilizadas y un culo más duro que una
roca, aunque de escasos pechos, con una cara sumamente inocente y
preciosa, rápidamente ella le lanzó una sonrisa. 
Foster
se despertó en su cama con un gran dolor de cabeza, se dirigió al
lavabo a refrescarse la cara. Al mirarse en el espejo apreció unos
arañazos en su cara bastante profundos, no recordaba la causa de
esos arañazos. Orinó y se dio cuenta que en sus calzones había
restos de semen, suponía que la noche había sido bastante salvaje,
una carcajada hizo eco en las paredes del aseo…
Las
22:34 de la noche, Foster está bebiendo en la casa de un par
de amigos, hablan sobre sexo mientras beben martinis. Parece una
velada bastante plácida, ya que tanto Alex como Simón, sus amigos,
no hablan sobre temas banales y aburridos, siempre hay algo
emocionante que contar. El tema del sexo se agota, pasan a hablar
sobre la defecación, Foster dice que es una de las cosas por las que
merece la pena vivir la vida, Alex y Simón asienten mostrando su
acuerdo con la opinión de Foster. El alcohol se consume de un modo
fugaz, como los neumáticos de un fórmula uno, las risas no decaen,
un ambiente cargado del humo de los puros invade la casa, no importa,
parecen las nubes del cielo…
Mediodía,
Foster se despierta sin dolor de cabeza, pero su boca sabe a vómito
y manzana, se encuentra algo aturdido. Se sienta en el borde de la
cama, mirando fijamente las baldosas del suelo, intentando recordar
qué sucedió el día anterior, pero no recordaba absolutamente nada.
Llamó a Alex para que le contará qué tal había ido la noche, el
móvil estaba apagado. Decidió llamar a Simón, tampoco cogía el
teléfono, Foster dedujo que la fiesta debía haber sido todo un
desmadre. Se dirigió a la cocina, tenía sed, bebió agua y notó un
agudo dolor en la boca, se metió los dedos para averiguar qué le
ocurría, los dedos se impregnaron en sangre, le faltaban varios
dientes, no recordaba el porqué…
Salió
de su casa, iba elegante como siempre, con su camisa de cuello mao y
de puño sencillo color beige, unos pantalones de lino marrón
chocolate, con dos vueltas en los bajos, un sencillo pero exquisito
cinturón negro de cuero y unos mocasines, sin calcetines como es
debido, también marrones pero un marrón canela, con sus borlas
moviéndose de forma pendular. Iba andando tan tranquilo cuando se
cruzó con un vecino, lo saludó con un sutil elevamiento de cejas y
un seco “ye”, y sin darse cuenta tropezó con un vagabundo
que se encontraba sentado en el suelo pidiendo algo de dinero con un
cartel que decía “me da vergüenza pedir dinero pero más
vergüenza me da ver a mis hijos tan débiles y frágiles como el
cristal”. Al tropezar con el vagabundo Foster cayó de bruces
contra el suelo, justo antes de chocar contra la dura superficie le
vino un flash a la mente, era una imagen borrosa sobre la cara de una
chica rubia gritando angustiada. 
Después
de salir del hospital, pues al caer al suelo se fracturó la nariz,
volvió a casa dando vueltas a la cabeza sin poder deshacerse de la
imagen borrosa de esa chica. Se preguntaba “¿es una imagen que
he visto en una película?”, “¿por qué me viene esa
imagen a la cabeza?”, no tenía respuestas para esas preguntas.
Volvió a llamar a Alex y Simón, seguían sin responder…
Foster
estaba en casa dolorido de la nariz, se encontraba tremendamente
aburrido, era de día y el Sol le volvía apático. Decidió dormir
un rato y esperar a que la noche solucionase lo que el día no era
capaz de hacer. Se despertó a las 01:20, una buena hora para
disfrutar. Se dirigió al “Flanders”, un bar que solía
frecuentar, se sentó en un taburete de la vieja escuela, de cuero
con un agujero producido por la quemadura de un cigarrillo, y pidió
una cerveza. El camarero enseguida se la sirvió junto con unos
cacahuetes. Un borracho, que estaba al lado de Foster, empezó a
decirle si le invitaba a una copa, a lo que Foster se negaba. El
borracho insistió e insistió, hasta acabar con la paciencia de
Foster, éste enfurecido le empujó, tirándole el sombrero negro que
portaba, y le invitó a que se fuera del bar si no quería tener
problemas, el borracho era un tipo muy esmirriado y daba bastante
pena, recogió su sombrero y con la cabeza gacha abandonó el local
sin replicar. 
Despertó
Foster, se encontraba increíblemente bien, con mucha energía, hoy
le apetecía dar un paseo por el día, algo muy raro, pues apenas
salía por el día, odiaba esta parte del día, valga la redundancia.
Antes de salir de casa se duchó, desayunó un par de tostadas con
aceite y tomate y un café sólo. Fue a abrir la puerta para
abandonar su casa y, de reojo, vio en el perchero un sombrero que ya
había visto antes, era un sombrero negro, ¿era el sombrero del
borracho?, ahora que se paraba a pensar, no se acordaba de cómo
terminó la noche, sólo recordaba que el borracho abandonó el local
cabizbajo. 
Foster
realmente no recordaba apenas cómo terminaban sus noches, pero
tampoco le daba la mayor importancia, bebía y mucho, la falta de
memoria era una de las consecuencias obvias y que él asumía, así
que tampoco le daba muchas vueltas al asunto. Sin más dilación, y
sin pensar demasiado en aquel sombrero negro, se fue a dar un paseo.
Le gustaba mucho leer y hacía tiempo que no leía, se acercó a una
librería y estuvo dudando en comprar “Pregúntale al polvo”
de John Fante o “Pulp” de Charles Bukowski, ambos autores
eran de su devoción, pero se decantó por “Pulp”,
Bukowski le había marcado el corazón a fuego lento. Se marchó de
la librería, fue al cine a ver si había una película interesante,
no había ninguna que mereciese su tiempo, decidió volver a casa,
las energías se habían agotado y el día le volvía a dar el mismo
asco que siempre.
03:11,
Foster se estaba preparando para una nueva y ansiada noche. Cogió
las llaves de casa y se fue a una discoteca. La gente por el día no
le gustaba, pero por las noches, cuando todo el mundo iba bebido,
incluido él, todo tomaba un cáliz distinto. Entró y observó que
estaba a rebosar, se apresuró a la barra y pidió un whisky con
cola, echó un vistazo a ver si había alguna mujer bonita. Se
terminó el whisky, pidió otro, apreció una pareja de chicas al
otro lado de la barra. Una era muy atractiva y parecía bastante
joven, la otra era…simpática. Se aproximó a ambas y comenzó a
entablar una conversación. Foster era un tipo con mucha labia,
además de ser bastante guapo y saber vestir con clase, así que en
poco tiempo tenía a ambas chicas a sus pies. Una de las chicas, la
simpática, tenía 22 años, la otra tenía 17 recién cumplidos, era
bellísima, tenía unas largas piernas de un moreno brillante, unos
pechos turgentes y de buen tamaño, sin operar, incluso se
dilucidaban unos redondos y perfectos pezones, llevaba unos tacones
imposibles, cada vez que se movía su castaña melena parecía que se
paraba el mundo…
Foster
despertó, se encontraba incómodo, como si aquella cama no fuese la
suya, efectivamente no era la suya. Se dio la vuelta y únicamente
vio barrotes, estaba en la cárcel. Entraron dos policías a su
celda, le pusieron las esposas y lo llevaron a la sala de
interrogatorios. Foster no entendía nada, preguntaba exaltado y
repetidamente “¿qué he hecho?”, los policías le miraban
incrédulos. El policía Jiménez empezó a interrogar a Foster. 
- 
Policía Jiménez:
 “¿Tienes algo qué contar?”. 
- 
Foster: “No
 entiendo nada, ¿por qué estoy aquí?”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Deberías saberlo”. 
- 
Foster: “Pues
 no, no lo sé, quiero irme a casa, este lugar apesta”. 
- 
Policía Jiménez:
 “¿Qué tienes que decir sobre Silvie?”. 
- 
Foster:
 “¿Quién?”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Silvie, la prostituta, ¿no tienes que decir nada?”. 
- 
Foster:
 “Ah…supongo que me la follé y nada más, pero no lo recuerdo
 muy bien, iba muy borracho”. 
- 
Policía Jiménez:
 “No recuerdas nada entonces ¿no?”. 
- 
Foster: “Ya
 se lo he dicho, iba muy borracho”, contestó irritado. 
- 
Policía Jiménez:
 “Y tus amigos Alex y Simón, ¿qué tienes que decir sobre
 ellos?”. 
- 
Foster: “Hace
 unos cuantos días que no sé nada de ellos, les he llamado y tienen
 el teléfono apagado”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Ya…entiendo…no sabes por qué no te contestan ¿no es
 así?”, dice con ironía. 
- 
Foster: “¿A
 qué viene ese tono?, ¿se está burlando de mí?, quiero irme de
 aquí, ¿por qué coño me habéis metido en esta puta cárcel?”,
 replica elevando el tono. 
- 
Policía Jiménez:
 “Deberías entender mis preguntas y deberías contestar,
 confiesa ya”. 
  
- 
Foster: “¿Qué
 quiere que confiese?”. 
- 
Policía Jiménez:
 “¿No quieres hablar sobre Tim?”. 
  
- 
Foster: “¿Quién
 coño es Tim?”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Ah…ahora no conoces a ningún Tim ¿verdad?”, retorna
 la ironía. 
  
- 
Foster: “¡Estoy
 hasta los cojones!…”, sin terminar de hablar, se ve
 interrumpido por el policía Jiménez. 
- 
Policía Jiménez:
 “A ver sucia escoria, estoy harto de tus mentiras”, saca
 unas cintas y las coloca encima de la mesa, mostrándoselas a
 Foster. “Ahora me dirás que no reconoces estas cintas ¿no?”. 
- 
Foster: “No,
 nunca las había visto”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Imaginaba que dirías eso, ahora las veremos juntos”,
 puso las cintas y empezaron a verlas en la televisión que había en
 la habitación. 
Los
vídeos eran terribles, en el primero se veía como Foster violaba a
Silvie. Se la había llevado del club de alterne, ella pensaba que se
iban a casa de Foster ha echar un polvo, sin embargo, Foster se
dirigió a un descampado y comenzó a violarla mientras le pegaba con
el cinturón, ella gritaba, para hacerla callar él le presionó el
cuello con el cinturón, mientras continuaba violándola, en los
últimos suspiros de Silvie, ésta no dejaba de intentar zafarse,
únicamente consiguió arañar profundamente la cara de Foster, poco
después murió asfixiada. Foster continuó violándola hasta que
eyaculó y se limpió con sus calzones. La última imagen del vídeo
era un primer plano de Foster, sentado en el capó del coche,
comiéndose una manzana.
El
siguiente vídeo se veía a Foster junto a Alex y Simón bebiendo sin
parar y fumando puros, se les veía enormemente borrachos. Los amigos
de Foster le preguntaban por qué les grababa, él decía que no
quería perderse nada interesante. Foster dijo a Alex que besara a
Simón en la boca, éste se negó riéndose pensando que estaba de
broma. Foster insistió, nuevamente obtuvo una negativa. Foster sacó
un cuchillo y volvió a reclamar lo mismo, Alex y Simón seguían
riendo pensando que estaba de cachondeo y por lo borrachos que iban
ambos, la risa se les escapaba involuntariamente. Cogió firme el
cuchillo y lo clavó con fuerza en la zona genital de Alex, comenzó
a sangrar, únicamente se escuchaba el gimoteo de dolor de Alex, las
risas habían desaparecido. Foster le dijo a Simón que besará a
Alex, Simón estaba pálido y comenzó a llorar de miedo, incluso se
orinó, la cara de Foster se había transformado completamente, no
parecía él, era una cara diabólica. Simón no podía ni moverse,
estaba bloqueado, Foster se acercó a él y le apuñaló el estómago,
no dejó de mirarle a los ojos a Simón, con un último impulso
introdujo lo más profundo que pudo el cuchillo, Simón cayó muerto
al suelo, mientras caía el cuerpo fallecido, la cabeza de Simón
golpeó la boca de Foster rompiéndole unos cuantos dientes. Se
acercó a Alex que se retorcía de dolor y le dijo “mira a
Simón, está muerto por tu culpa, si le hubieses besado no estaría
muerto”, lo decía en tono agresivo pero riéndose, con su boca
repleta de sangre, seguidamente dio un gran salto y aplastó la
cabeza de Alex, quedó inconsciente y acabó muriendo desangrado,
perdía mucha sangre por el apuñalamiento. Al final del vídeo,
Foster aparecía mirando a cámara en medio de los dos cuerpos que
yacían en el suelo mientras se comía una manzana.
En
el tercer, y último, vídeo aparecía una imagen de la calle, Foster
se dio la vuelta y enfocó un letrero en el que ponía “Flanders”.
Continuó andando, a lo lejos se veía a un hombre con un sombrero
negro tambalearse, se llamaba Tim. Foster seguía al hombre, se metió
en un callejón y Foster empezó a insultarle “borracho de
mierda”, repetía una y otra vez, el borracho estaba muy
asustado. Foster dejó la cámara en la tapa de una basura grande y
ésta continuó grabando, el borracho gritaba “déjame por
favor”. Foster cogió una botella grande y se la estampó en la
cabeza al borracho, comenzó a sangrar abundantemente, estaba muy
aturdido y con gran dolor. Se acercó Foster y le metió los dedos en
los ojos con suma fuerza, el borracho gritó agudamente, Foster le
había sacado ambos ojos. Mientras el hombre del sombrero negro
gritaba, Foster aprovechó para meterle los ojos en la boca y
cerrársela al mismo tiempo que taponaba su nariz. El borracho se
atragantó con los ojos y se asfixió, su cara era íntegramente
morada. Foster se acercó a la cámara, con el sombrero negro puesto,
y se comió una manzana.
- 
Foster: “Estos
 vídeos no son míos, yo no he grabado nada de eso, está trucado,
 lo habéis hecho vosotros”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Cómo va a estar trucado, si eres tú quién graba los vídeos,
 se te ve claramente en todo momento”. 
- 
Foster: “No
 puedo ser yo, no recuerdo nada de eso, ¿dónde encontrasteis esos
 vídeos?”. 
- 
Policía Jiménez:
 “Estaban en tu casa. Había una caja repleta de manzanas y
 debajo de ellas estaban los vídeos”. 
De
repente le vinieron todas las imágenes a la mente a Foster, incluso
se acordaba de cómo había llegado a la cárcel, definitivamente él
había sido el causante de todos esos espantosos vídeos, sus
recuerdos estaban más claros que nunca. No sólo recordaba las
imágenes, se acordaba del sonido de la sangre caer al suelo, del
olor a orín de Simón cuando se lo hizo enzima cagado de miedo, de
cada palabra de clemencia de Silvie…en unos instantes lo había
revivido todo. Claramente imaginó en su cabeza, diapositiva a
diapositiva, cómo había llegado a la cárcel. Recordó haber salido
de la discoteca junto a las dos chicas, la preciosa y la simpática,
se metieron los tres en el coche de Foster. Se las llevó al mismo
descampado en el que violó a Silvie y se propuso hacer con las dos
chicas lo mismo que con ésta. Intentó amordazar a la chica de 17
años mientras amenazaba a su amiga diciéndole que si se marchaba
mataría a su amiga, la chica simpática entre sollozos salió del
coche corriendo lo más rápido que pudo, diciendo “lo siento
Selena”. La amiga simpática corrió unos 10 minutos y se cruzó
con un hombre, le pidió el móvil para llamar a la policía para que
fuesen al lugar donde se encontraba Foster. Cuando llegó la policía,
Foster ni se inmutó, estaba mirando a la cámara con una manzana en
la mano aun sin empezar. El cuerpo de la chica se encontraba en el
interior del coche, tenía el cuello rasgado finamente, apenas salía
sangre, restos de esperma se dispersaban por la cara y los pechos, no
respiraba, la policía había llegado demasiado tarde.
Ahora
era consciente de todo, la cara de Foster había vuelto a cambiar,
retornó el aspecto diabólico. A pesar de llevar esposas, al policía
Jiménez, al ver el nuevo aspecto de Foster, le recorrió una
sensación de temor por todo el cuerpo, la piel se le erizó e
intentó disimular el temblor de sus piernas.
-
Foster: “¿podría darme una de mis manzanas?”, preguntó
al policía Jiménez. A la pregunta le siguió una risa maquiavélica
que estremeció al resto de policías que vigilaban el interrogatorio
desde la otra parte de la habitación.
Por discípulo de Maestro Sho-Hai...