viernes, 21 de septiembre de 2012

En el mundo de Vladimir Kush

Esa manzana posada en su frutero,
me mira desconsolada pidiéndome juego,
pienso “estoy loco, una puta manzana que habla”,
y entonces canto alto para no escucharla.

Doy brincos sin razón,
voy al compás de mi corazón,
pero no me gusta hacerlo,
así que freno mis latidos maltratándome el pecho.

La manzana me persigue atormentada,
triste porque ya no siento nada.
Le doy la espalda,
yo no hablo con manzanas.

Mariposas de plastelina revoloteando a mi alrededor,
les doy manotazos sin ninguna compasión,
son más poderosas que yo,
sólo puedo rendirme ante ellas como el cobarde que soy.

Un mar de fresca cerveza me susurra,
y me cuesta no rendirme ante su seducción,
pero todo está en mi mente,
no quiero caer en las redes de la ilusión.

Mis manos se derriten,
mi cuerpo se vuelve abstracto,
voy perdiendo mi rígida figura,
me encuentro mejor que nunca.

Paisajes que no son lo que aparentan,
me recuerdan a las personas.
El único silencio que existe
es el sonido de la música.

Los miedos están caricaturizados,
puedes bailar con tus pesadillas,
abrazar a tu enemigo,
incluso amar la tristeza.

La fealdad es maravillosa,
aquí lo imperfecto es lo bello,
la extravagancia es el aire que se respira,
te embauca y jamás te abandona.

Las nubes son palpables,
el agua del mar un perfecto camino por el que transitar,
el sol y la luna permanecen unidos,
cantando jazz para dormir a los pájaros en sus nidos.

Las montañas cambian de tamaño todos los días,
las cigüeñas traen padres,
las madres traen cigüeñas,
nuestro color de piel es como el arco iris.

Los monos portan pajarita,
las tortugas mocasines,
las jirafas diamantes
y los tigres frac.

Un mundo distinto,
donde los conceptos no sirven de nada,
donde lo aprendido debe ser desaprendido,
donde los ojos no necesitan estar abiertos para ver.

Entiendo perfectamente a Vladimir Kush, comprendo sus cuadros, cada uno de ellos, su mundo irreal es el mundo en el que prefiere vivir y mantener su mente, mientras está allí se encuentra a salvo. Yo intento ser un buen huésped todos los días, intento evadirme y desintegrarme y aparecer en ese abstracto mundo de Kush. Lamentablemente, muchos de los días se me olvidan las llaves para entrar a ese mundo de liberación, en el que el poder de la mente vence a todo lo que se interpone ante su paso, entonces debo quedarme en esta realidad que no deja que vuele y dibuje nubes en el mar, que resucite a Michael Jackson y cantemos “black or white” con un megáfono gigantesco desde el Everest, en esta realidad en la que mis lágrimas no sólo son agua salada sino sueños y deseos que caen sin importancia en pequeños charcos de agua sucia. Me encanta el mundo de Kush y lo visitaré todos los días, pero es hora de crear mi propio mundo, un mundo de rarezas incomprensibles para la gran mayoría, un mundo por el cual me llamen loco y quieran encerrarme en un manicomio, en ese manicomio en el que me obliguen a pensar lo que me dicen, ver lo que ellos quieren que vea, dejar de sentir lo que siento, pero no desistiré, sea donde sea, en la intención de crear un mundo para mí y para todos aquellos que odian la seria, triste y poco original realidad. Al final encontré esa llave que a menudo perdía, tú no la busques más, pues jamás la encontrarás, no es un objeto físico, no está al alcance de todos, la llave que buscas es la creatividad de tu imaginación. Esa parte de ti que tanto tiempo ha estado dormida, hibernando, esperando a que tú hagas aparecer ese sol que la despierte, y que haga aparecer en tu espalda unas alas que te lleven donde nadie pueda encontrarte...

                                                   Sonata Luz de Luna de Vladimir Kush

Me encanta este cuadro de Vladimir Kush, me identifico con él. Quiero ser esa mariposa que al fin consiga deshacerse del capullo, y muestre sus bellos colores sin ningún temor, sin cadenas opresoras, perfumando con su esencia al resto de personas que aun están dentro de sus capullos, y que miran esos colores maravillados pero con miedo a salir del placentero y confortable capullo. Gracias Kush por tu arte, por tu esencia, por enseñarme el camino de adoquines azulados por los que deshacerme de este apretado capullo que me dejaba sin aire para imaginar.


Por discípulo de Maestro Sho-Hai...

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