lunes, 3 de marzo de 2014

El futuro de los bancos


Sé cuál es la intención de los bancos. También sé cuál es su futuro y, lamentablemente y en consecuencia, el nuestro. 
 
El dinero desaparecerá. La nueva moneda será la felicidad. Los bancos prestarán felicidad a un tipo de interés del 50% a pagar en tristeza propia. Todo se comprará con felicidad, incluida la felicidad misma. Aldous Huxley ya lo pronosticó en “Un mundo feliz”, no murió debido al tumor de la lengua y la debilidad que le acarreaba, como todo el mundo cree, lo mataron los banqueros porque sabía demasiado, sabía lo que harían con la felicidad, mancillarla, bajar su valor de tal modo que no sólo pudiese comprarse con dinero, sino que se convirtiese en el propio vulgar dinero. 
 
Sólo los bancos tendrán en su poder la felicidad del resto y, al igual que el dinero, no hay para todos. La consecuencia de no afrontar los pagos será una tristeza insufrible, debido a los, sumamente, altos intereses, por lo tanto, ser feliz implicará un excesivo riesgo. Andaremos día a día por la cuerda floja, con la soga bien anudada al cuello, funambulistas sin retorno ni alternativa.
Los bancos se deshicieron de Huxley con una burda tapadera. Asesinaron el mismo día al presidente Kennedy, de este modo, nadie se dio cuenta de lo que estaban dispuestos a hacer para ocultar la verdad que tenía Aldous Huxley. Su muerte pasó desapercibida, sus cenizas tardaron ocho años en regresar a casa, su Inglaterra natal, tiempo suficiente para esconder cualquier rastro de asesinato. Sin embargo, nadie pudo apagar su última voluntad y le fue leído, a su cuerpo difunto, el Bardo Thodol (Libro tibetano de los muertos), no pudieron evitar que encontrase la salvación, encontró la luz dentro de sí mismo. 
 
Huxley conocía la verdad y ahora yo la conozco y abro mi voz al mundo para decir que estoy listo para ser el siguiente, con la verdad en mi bolsillo. Sé lo que le espera a la sociedad, de qué calaña están hechos y no cerrarán mi cremallera verbal, las palabras, en muchas ocasiones, no son escuchadas por nadie, pero el viento se encarga de difundirlas.

Oiga, el que quiera, y sepa que el día que vendamos o compremos felicidad el mundo habrá muerto. Habremos llegado tarde a nuestra salvación. La paz interna dejará de existir. 
 
Cierto es que la felicidad es un mal amigo, te abandona sin dar respiro. No obstante, cuando vuelve, como un familiar por Navidad, lo acoges como si el mañana nunca vaya a llegar, como si no pudieses vivir sin él, porque la felicidad es oxígeno, podemos vivir sin ella cierto tiempo, mas si se alarga demasiado su ausencia morimos. A modo de información expongo: La muerte por infelicidad es más agónica que por asfixia. Todo aquél que experimenta la casi muerte por inanición de felicidad, queda marcado de por vida. Atrapado en un mundo paralelo, donde todos lo ven menos él a ellos. Las oleadas de fresca y rejuvenecedora felicidad le repelen, como dos polos positivos de un imán. Se vuelven seres inertes, como una piedras, que por más que la lances contra la pared, o la sumerjas en agua, o la dejes caer desde un avión a mil metros del suelo no sienten nada. Cuando un persona siente la mayor expresión de dolor una vez, ya no deja de sentirla nunca, hasta el punto de no volver a sentir nada jamás, ese es el verdadero dolor, la insensibilidad emocional. Estar vacío de cualquier sensación -positiva o negativa- , es la mayor de las tragedias.
Ya ha llegado el día en que gobiernos y bancos intentan usurpar y limitar nuestra felicidad. El día que consigan vendérnosla habrán conseguido su propósito, cambiar la raza humana por borregos de corta y pega. No guarden su felicidad debajo de los colchones y mucho menos en el banco. Gástenla. Utilícenla sin cabeza, pues no se agota, cuanto más se utiliza más se genera. No la mendiguen, búsquenla en ustedes y compártanla sin pedir nada a cambio. De vez en cuando prueben la amarga infelicidad, dúchense con ella, compartan piso con ella, invítenla a cenar, duerman con ella y levántense a su lado, lloren en el fotomatón con caras burlonas, sólo de ese modo medirán lo que vale la felicidad y sabrán porqué los bancos nos la quieren arrebatar.

La felicidad se halla en su archienemigo -la infelicidad-, quien siempre ha sido feliz no sabe lo que es.

Nadie es feliz en un mundo de infelices, así que ayuden al viento a difundir el mensaje.



Por Edgar Kerouac.

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