Como el reflejo de un vampiro en el espejo,
como esa botella vacía que se tira al mar,
como esos duendes que no existen,
como la sonrisa que nunca volveré a crear.
El jazz es whisky con hielo,
el soul un corazón que grita roto,
el rap la liberación del bluebird,
el rhythm and blues un abrazo sin agobio.
Si aún en el alba te sientes a oscuras,
cierra los ojos e imagina la Luna,
recuerda que ella te protege,
pues ambos sois herejes.
El tiempo no es ningún obstáculo,
tampoco tengo porqué apreciarlo,
lo creó el hombre
y el hombre debe descrearlo.
Soy todo y la nada,
el bosque sin ideas,
el desierto del pensamiento,
la montaña sin fin y sin resentimiento.
Mi mente estropeada,
me juega malas pasadas,
me dice “haz esto...haz aquello”,
sin comentarme los peros.
Y si no me llega la paz,
lucharé en la guerra,
soy un soldado mental,
un pacifista sin tregua.
Dime adiós,
pero no te pierdas.
Dame la mano,
entre tinieblas.
Si nuestras almas suenan,
concédeme este baile,
estamos escritos en braile,
acariciémonos como sólo sabe el aire.
Ama de vez en cuando al ser del espejo,
aunque a veces no quieras verlo
ni hablar con sus ojos abiertas,
ámalo como él intentó hacerlo.
Cada estrofa es corazón perdido,
sin vuelta atrás,
con el papel comprometido,
hasta que el olvido sea correspondido.
Cada noche en vela,
muero en mi cuaderno,
necesidad
de un pobre ángel del infierno.
                                                         La noche en vela de Alberto Labad
Por discípulo de Maestro Sho-Hai. 

 
No hay comentarios:
Publicar un comentario