Llegan
de una tierra bañada en el Mediterráneo.
De una tierra en guerra, donde el fanatismo
religioso se ha adueñado de los corazones de los débiles, tergiversando
escrituras y aportándoles rifles. Donde se mata en el nombre de Dios y de la
nación. Donde se suceden los dictadores, y las luchas entre hermanos. 
Llegan
de una tierra bañada en sangre.
Europa
les mira con soslayo. No quieren que se acerquen a sus fronteras, y los que la
cruzan quedan en campos. Otros países occidentales han decidido intervenir,
probar sus armas en gente inocente. Son unos perdedores, son unos malditos. No
merecen la pena. Y ahora quieren entrar aquí.
Dicen
que quieren volver a su país, que la tierra tira tanto del corazón que te acaba
arrastrando de vuelta. Que sólo quieren trabajar, que huyen del hambre y
la barbarie. Que son personas como nosotros. 
Dicen
tantas cosas.
Algunos
hablan dialectos diferentes a otros. Algunas lenguas son ininteligibles.
Supongo que en el fondo son todos iguales. Todos van al mismo saco. 
Al de
la indiferencia.
Algunos
tememos que sean guerrilleros. Que se hayan colado haciéndose pasar por
refugiados. Que vendrán a robar lo poco que tenemos. Aquí ya no cabemos. Pero
seguirán llegando. 
Estos inmigrantes españoles, no hay que fiarse ni un pelo de ellos.
Carlos Pelerowski.
 
No hay comentarios:
Publicar un comentario