Ella
la cárcel,
yo
el preso.
yo,
una margarita 
sin
pétalos,
ella,
un jardín 
secreto.
Ella
la verdad
yo
un cobarde,
un
mentiroso,
un
miserable.
Ella
es Venus, 
yo
no llego a Marte,
ella
es un viernes,
yo
soy trece, Martes. 
Ella
una sirena salvavidas
yo
un tritón a la deriva. 
Y
es que es suave como seda
y
yo agrietado por miles de penas.
Ella
es el paraíso,
es
Eva, la manzana, la serpiente,
el
aviso. 
Ojalá
yo fuera Adán,
sólo
polvo y paja, 
alquitrán,
Nada
más. 
Ella
es el viento
que
acaricia suavemente,
yo
la tempestad,
ella
es calma,
yo
un día negro,
tristeza,
soledad. 
Ella
baila para divertirse,
yo
para evitar morirme. 
Sólo
soy un cerebro con mil dudas,
ni
la originalidad me cura,
vivo
escribiendo garabatos
con
los últimos segundos
de
la última vida
que
le queda al gato.
Ella
es el trozo final del pastel
dorada
y rica miel,
orilla
cristalina del Yucatán,
yo
un charco de agua residual.
Ella
es la alegría,
yo
el escalofrío,
ella
la mujer del siglo,
yo
sólo soy un lío. 
Ella
vuela libre
con
sus alas de ángel,
yo
con la cabeza gacha 
evitando
tropezarme.
Es
la musa,
yo
el pincel,
ella
la magia,
yo
un hooligan 
en
el  Bramall Lane. 
Ella
es la música,
yo
intento seguirle el ritmo,
es
Aretha Franklin,
yo
el que le limpia
el
micro.  
Ella
diamante puro,
princesa
de palacio,
yo
bota de vino,
un
mendigo en un acuario.
Ella
políglota,
yo
sólo hablo poesía,
ella
es la niña 
de
zapatos de cristal,
yo
Jean-Baptiste
buscando
la fragancia esencial.
Ella
es la pirámide de Keops
yo
un caballo de cartón,
a
ella le hacen corro 
en
los bailes de salón,
a
mi me enseñan la hoja 
de
derecho de admisión. 
Ella
el amor
yo
el enamorado,
el
niño que compra globos
y
con ella
salir
volando.
Por Edgar Kerouac.
 
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