Hoy no me apetece hablar de dolor, de tristeza, de apatía, de cagar, hoy es uno de los días en que encuentro que la vida tiene sentido. Hoy es uno de esos días en los que me apetece abrazar a la gente, aunque no la conozca, pero no cualquier abrazo, un abrazo diferente para cada persona, un abrazo específico, un abrazo que solo necesita esa persona. 
Todas las personas no necesitamos lo mismo, pero un abrazo aunque quieras estar solo puede ser beneficioso, ese abrazo puede ser silencioso, un abrazo de larga duración, suave, hacer sentir a la otra persona que está en su propia soledad pero con un algo que siempre es bienvenido. Los abrazos pueden ser cortos, en forma de saludo, pueden ser largos haciendo saber a la otra persona que estás ahí, ser agua moldeable y adquirir la forma de la otra persona, ser sólo uno. Hay abrazos cariñosos, con gran fuerza, que te hacen sentir vivo, el típico abrazo del Oso. Hay abrazos para calmar la ira, tranquilizadores, esos abrazos que te hacen ver lo bonito de las personas, vas notando poco a poco como tú rabia se va desvaneciendo. Hay abrazos incómodos, abrazos que surgen sin saber muy bien el cómo pero ahí están, son bastante molestos, pero no dejan de ser abrazos, uno de mis objetivos es que no me vuelva a pasar esto, no me gusta nada ese sentimiento embarazoso, quiero implicarme al cien por cien, que no sólo yo no sienta esa incomodidad, sino hacer sentir arropada a la otra persona. Hay abrazos que alegran, estás triste y una persona llega feliz, te abraza y parece que te contagie ese bienestar, es increíble, parece mágico, como dejamos de pensar en nuestros problemas por un gesto tan pequeño y al alcance de todo el mundo, de todas las edades, sexos, razas, yo me he aficionado a esta costumbre, al estar juntos, tan pegados, parece que ambos corazones se transmitan (por un bluetooth milenario, tal vez) sus sentimientos, puedes palpar las vísceras de la otra persona, puedes notar su calor. 
Cada abrazo es distinto, cada persona necesita un abrazo, voto por eliminar los abrazos “base”, quiero abrazos específicos, no un abrazo para todas las personas, quiero un abrazo distinto para cada individuo, es la única forma de que el abrazo cumpla su función, esta es la definición de abrazar “estrechar entre los brazos a una persona en señal de afecto” y esta la de afecto “cariño, simpatía hacia una persona o cosa”  para mi gusto se quedan realmente cortas, un abrazo es mucho más que todo eso, no podemos definir algo tan grande y subjetivo como es el abrazo, en cada momento, para cada persona y dependiendo de la persona con la que te abraces, significará una cosa distinta, a veces es amor, a veces comprensión, a veces un abrazo es tristeza, a veces es incómodo, a veces es un saludo, a veces es una puñalada trapera, a veces es una despedida…
Abrazar es una palabra mucho más grande que sus siete letras, no es posible definirla, ya que en cada momento adquiere un significado y no siempre es el mismo para los dos miembros que se abrazan, ni mencionar cuando el abrazo es colectivo. El abrazo es un camaleón que se viste de múltiples trajes, quiero ser ese camaleón, quiero  ser el otro, con cualquier persona, da igual si son desconocidos, un buen abrazo es bienvenido por todos, quién sabe si puede evitar suicidios, si puede evitar que el yonqui del barrio se replantee el valor de la vida y deje de pensar que este mundo no tiene sentido, que sus “chutes” son lo único importante y que las personas valemos menos que nada, quién sabe si puede hacer que una mujer maltratada confiese su tormento, quién sabe si puede ayudar a que el niño sienta que alguien le comprende, quién sabe si puede aliviar el dolor del desamor, quién sabe si puede reducir el estrés del conductor del bus y evitar un accidente, quién sabe si puede hacer sentir a ese gran amigo que verdaderamente eres su amigo, demostrarle con ese abrazo que siempre lo ha sido y siempre lo será, quién sabe si puede hacer sentir a esa madre, que trabaja duramente para dar lo mejor a sus hijos, que aguantar su sufrimiento y desgaste emocional y físico o aguantar a su maldito y mamarracho jefe merece la pena porque su hijo le quiere, quién sabe si ese abrazo sincero y sentido puede hacer olvidar errores o equivocaciones pasadas, quién sabe si …quién sabe si…no voy a pensar en lo que podría ser o de lo que podría servir, simplemente lo comprobaré, lo peor que podría pasar es ese sentimiento incómodo, pero si lo doy de corazón nunca sentiré esa molestia o ese momento embarazoso, sólo puedo salir ganando.
Por discípulo de Maestro Sho-Hai...
 
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