Noche vieja, estaba de fiesta, aun no había bebido, empecé, ¿pues a qué habíamos ido si no? Allí estábamos todos los amigos, bebiendo y pasando frío juntos, eran prácticamente las 2 de la madrugada y allí seguíamos bebiendo…más tarde ella llegó, estaba bebida, reía sin ton ni son, yo estaba bebido y…cachondo, parece ser que ella lo estaba más que yo, era difícil, no imposible. Nos besábamos tímidamente, raro de ver en borrachos, llegando a ser contradictorio inclusive, pero allí seguíamos delante de todos, ellos seguían bebiendo, yo seguía bebiendo, ella seguía bebiendo y fumando, “no me gusta que fumes” le dije, no era nadie para prohibírselo, así que continuó fumando.
Yo seguía cachondo, allí en medio de todos, hacía frío pero la tenia tiesa, no sé si alguien se dio cuenta, si así fue no me importa. Llevamos aperitivos para que entrase mejor la bebida, yo únicamente bebía, no tenía ganas de comer aperitivos expresamente, seguía cachondo, nos besábamos de vez en cuando, los calzoncillos me pedían clemencia, no daban más de sí, verdaderamente me dolían los genitales, seguía bebiendo…
Acabé por decidir utilizar el poco raciocinio que me quedaba…pude formular una estrategia en mi mente, la bebida me impedía ejecutar esa idea mental, conseguí hacerlo “voy a mear” dije en voz alta mirando hacia ella, ella, supongo que también utilizaría todas sus estrategias que le quedaban en ese momento, captó el mensaje.
Me cogió de la mano, nos fuimos hacia un lugar poco transitado (ya sabemos con son las noches viejas, ¿existe este plural? si existe no debería “noches viejas” suena realmente mal) eran las 3:17 de la madrugada, con una mano me agarraba el pene, con otra mano cogía el vaso, mientras orinaba le daba tragos a mi ron con cola (esto habla bastante bien de mí, conservaba unas buenas facultades motrices para lo que había bebido), ella estaba al lado mío, embobada mirándome la polla, cosa que me ponía más cachondo…
Seguimos hacia delante, no había nadie, nos refugiamos en un pequeño socavón, maleza y plantas de gran tamaño nos cubrían bastante, me senté en un pequeño bordillo, ella encima mío, la besé, me besó, le mordí el labio, sangró, se encendió, yo también, chupé su sangre, pasé al cuello, la mordí, me cogió fuerte, subí hacia la oreja, la resoplé y seguidamente suavemente la mordí (¿soy un perro o una persona? creo que no estoy tan capacitado como para llegar a ser perro), me cogió de las pelotas, se me puso más dura que el mármol, ella llevaba vestido, lógicamente o no tan lógicamente yo no, decidí demostrarle la fluidez de mi mano derecha, además la tenía congelada, así que mataba dos pájaros de un tiro, rápidamente se me calentó la mano, noté la humedad de su coño, era gloria bendita, ella también quería demostrarme sus artes manuales, así que se centró en mi falo, el morbo nos invadía a ambos, debido a que ese lugar que parecía algo desierto comenzaba a estar bastante concurrido, nos daba igual, seguramente por el alcohol o quizás no. 
Ella quería demostrarme todo su potencial y vaya si lo hizo, bajó directamente en dirección a mi miembro “¡qué placer!” pensé, ese contraste de temperaturas era exquisito, el frío de la madrugada en noche vieja entremezclado con el calor que desprendían esos labios, esa lengua, era el placer máximo, aquél socavón en aquél momento era un hotel 5 estrellas para mí… estaba en el séptimo cielo, sin darme cuenta, ella se levantó, cogió mi polla con una mano y se la introdujo en su majestuosa flor “LA FLOR ”, el ascensor del séptimo cielo subió al décimo (es el último piso…creo), mis ojos se abrieron como platos al ver su cara de placer, “¡sensualidad aquí estoy!” parecía decir, se mordía el labio, no puedo aguantar que se muerdan el labio es algo superior a mí…
La gente no dejaba de pasar a nuestro lado, parecía que no habían echado o visto un polvo nunca, no paraban de gritar, sus caras de incredulidad me empezaban a fastidiar el coito, en fin tuvimos que parar, un poco es morboso, demasiada compañía era inaguantable. 
Yo no quería volver a mi casa con unos huevos que no me entraban en el pantalón, ella muy servicial, y antes de que yo se lo pidiera, se ofreció a que yo culminara decentemente, me dijo “saca la polla”, le hice caso a pies juntillas, dejé mi miembro sobre su mano, como cuando dejo el mando de la tele sobre la mesa, empezó a masturbarme, yo gozaba de placer, al cabo de un rato eyaculé sobre el suelo y las malezas, ya no sentía ningún frío, estaba tranquilo, tranquilo, tranquilo, desganado también, no tenía donde limpiarme, ella, haciendo nuevamente gala de su cortesía, me proporcionó la parte interna de su vestido para limpiarme, eso hice…
Eran las 6:24 de la madrugada (o del día), ¿tanto tiempo habíamos pasado allí? para mí habían parecido 30 minutos, increíble los efectos del alcohol…Enero se había arrodillado ante mí, me había besado la mano y me dio su bienvenida… ¡y qué bienvenida!     
Por discípulo del maestro Sho-Hai
 
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