En ese momento sentía como si fuésemos las dos
únicas personas que estábamos manteniendo una conversación normal en aquella
taberna. Estábamos en una tasca típica de Barcelona, de las de toda la vida.        De
las de los barriles de vermut en la pared, el cual se sirve en vaso de sidra,
no en esas copas abiertas con una aceituna, no, no. Llámame nostálgico pero la
gente hoy en día no sabe lo que es un buen vermut.
Lo que llamaba la atención era la gente que lo
frecuentaba. Había pasado de ser el tugurio de los jubilados jugando su partida
de dominó, para convertirse en un lugar “cool” y “chic”, palabras que por
cierto odio, repleto de niños pijos con teléfonos de última generación que lo
más raro que hacían era llamar por ellos.
Las conversaciones en ese lugar versaban sobre temas
banales. No se prestaban ni la más mínima atención los unos a los otros, se
dedicaban a asentir lo que decía fulano mientras no sacaban la cabeza de sus
celulares. No paraban de teclear con una velocidad pasmosa que denotaba horas y
horas de entrenamiento previo; bueno si ahora se puede llamar así porque las teclas
han quedado ya para la prehistoria al igual que las conversaciones cara a cara.
    Vuelvo a echar la vista hacia mi compañero de mesa
después del barrido general:
-¿Te das cuenta de la deshumanización que estamos
sufriendo?
-¿A qué te refieres con eso, chalado?
-A que parece que lo tecnológico está barriendo del
mapa a lo humano. Ya nadie habla, nadie escucha, nadie espera, nadie se centra
en una sola conversación sino que hablan con varias personas a la vez para no
decirse nada.
-Bueno eso es un poco extremista
-¿Tú crees? Echa un vistazo a tu alrededor.
-¿Qué pasa? No veo nada raro…
-¿A ti también te han comido la cabeza?
-¿Pero de qué hablas? Oye tío estas un poco tenso y tremendista
últimamente.
-Puede que tengas razón. Me voy a casa a dormir
   Tuve que escapar de allí. A él también lo habían
abducido. Alguien que ve normal quedar para tomar algo y pasarse el rato
hablando con entes que no están de cuerpo presente en vez de hablar con el tío
que tienes delante presenta signos de rapto mental. Aunque si, que no niego que
pueda ser desagradable ver a un tío que se rasca las pelotas mientras come y
habla con la boca llena pero puedes mirarle a los ojos y ver que es un cretino.
En fin menos mal que ya llego a mi casa y me puedo
conectar a Twitter para despotricar. Debo ser el único al que no le convencen
con sus mierdas…
Por Stankowski.
 
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