jueves, 16 de febrero de 2012

"El loco Johnny"


  Hace tiempo que Johnny encuentra la soledad como algo bueno. Cuando era un niño, temía quedarse solo en cualquier sitio. Odiaba no tener a nadie con quien hablar, con quien jugar. Su meta en la vida era ser un gran jugador de fútbol, un hijo modélico y un gran estudiante. Le obsesionaba ser el líder del grupo. Siempre tenía que ser el centro de atención, el más gracioso, el más rápido, el más inteligente. Su ego no conocía límites. Nadie le enseñó que la vida no es como él pensaba.

  Ahora no tiene casa, ni amigos ni familia. Vive entre basuras, siempre acompañado de un cartón de vino barato y de un perro todavía más sucio que él. No tiene nombre, simplemente se llama “Perro”. Es un animal de tamaño medio, con un ojo tuerto y que además cojea, pero es la única compañía que Johnny es capaz de tolerar. Tampoco es su amigo, pues hace ya tiempo que la palabra amistad desapareció de la vida de Johnny. Nuestro amigo vagabundo no sabe como llegó hasta donde se encuentra ahora. Hace no tanto tiempo tenía una casa, una mujer y un hijo maravilloso. El trabajo que realizaba le encantaba y sus amigos le parecían los mejores que un hombre puede tener. Todo era perfecto.

  Nadie sabe ya que Johnny tuvo un nombre y unos apellidos, un carnet de la seguridad social, una póliza de seguros, un utilitario en la puerta de su bonita casa. Ahora los jóvenes se mofan de él, le lanzan piedras y le llaman “el loco Johnny”.

  “El loco Johnny” es un nombre muy poco original. Pero tiene parte de verdad. El día que entró en su casa y vio lo que había sucedido allí dentro le cambió para siempre. Simplemente su cabeza hizo click allí donde todo tenía sentido y decidió alejarse de este cochino mundo.

  Su mente camina por libre, sin pararse en los aspectos de la vida. No le importa no lavarse, no afeitarse, no comer. El vino malo es lo único que le mantiene alerta, pero nada le ata a este mundo. Hace tiempo que su mirada está perdida, y nadie será capaz nunca de encontrarla. El día en el que Johnny descubrió la maldad del ser humano, Ernest Miller murió para siempre. Desde aquel momento se transformó en “el loco Johnny” y si quieres encontrarlo no tienes más que bajar de tu casa e ir a un cajero por la noche. Allí estará dormido, quizás se agite entre unas mantas viejas. Puede que una lágrima resbale por su sucia barba. Pero no le despiertes, pues es el único momento que tiene de poder ser feliz durante algún instante de su miserable existencia.


 
Por Bukowski...

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