jueves, 16 de febrero de 2012

Vergüenza

Me explico cómo una persona puede estar en su propia burbuja entre multitud de gente.
Aquí estoy en la universidad, escribiendo mis mierdas sin nadie darse cuenta, ¿también estarán ellos con sus mierdas? posiblemente ¿me importa? estudio psicología pero no soy la madre Teresa de Calcuta, así que para qué mentir “sí me importa” (nota mental, debo mejorar mis habilidades como mentiroso).
Ahora mismo debería desnudarme, alzarme encima de una mesa, girarme y mostrarles mis nalgas, ponerme de cuclillas (siempre quise escribir esta palabra, es la primera vez que la escribo, la buscaré en el diccionario para no equivocarme, ¿sabéis que está admitido en el diccionario “murciégalo”?) y sacar toda la mierda que me ronda por la cabeza por el ano…pero claro, seguramente me expulsen por escándalo público y por causar desperfectos (supongo que alguien tendría que limpiar la cagada), y, por otro lado, me avergüenza tener esta vergüenza que no me deja hacer lo que quiero hacer, no quiero ser un puto reprimido, necesito expresarme, hacer lo que me plazca cuando me nazca, todos cagamos, no creo que sea algo tan escandaloso...quizás algunos me imiten, aunque fuese simplemente por contagio, como cuando alguien cuenta un chiste malo y uno se ríe por compromiso y los demás le siguen.
La cantina está cercana, me apetece un bocadillo de huevo frito, no me apetece pagarlo, mas no tengo dinero, doble razón para no pagar, la cantinera parece maja, pero no me dejará llevármelo sin pagar, aun poniéndole mi mejor sonrisa (ensayada día tras día frente al espejo), así que reniego de la idea y me quedo sentadito.
Sigo aquí, en la universidad, queda poca gente, me gustaría ponerme los cascos, la música bien fuerte, escuchar “whatever happens” de Michael Jackson y comenzar a bailar…pero doña vergüenza vuelve a actuar, la muy condenada me pone rígido, no puedo hacer caso a mis instintos y deseos, tiene mucho poder, increíble poder, muchas de las cosas que realmente queremos hacer y nos morimos por hacer no las hacemos por vergüenza, pero yo no soy igual al resto ¿verdad?¿verdad? pobre iluso…
Me gustaría ir a la universidad algún día con pijama, ya nos conocemos todos, para qué arreglarnos, con lo cómodo que se está en batín, para qué peinarme y gastar gel fijador…una vez más la timidez hace mella en nuestros gustos o deseos.
Debería ser al contrario, 364 días de hacer lo que realmente queremos hacer y un día denominado San Vergüenza, ¡viva los retraídos! ¡viva el pensar en los demás antes que en nosotros mismos! y ¡viva nuestra puta madre! (siempre se dice puta madre y no me gusta) ¡viva nuestro puto padre! (mejor).
Bueno…creo que es hora de marcharme, el ruido del aire contra las persianas me está tocando los cojones, no literalemetne sino sería la hostia, y ahora que lo pienso podría salir por la ventana en lugar de por la puerta, me resulta más interesante, salir por la puerta no tiene ningún mérito, a no ser que sea una puerta minúscula, en ese caso sí o que sea una puerta de oro macizo que pesé una tonelada o etcétera… ¿creéis que saldré por la ventana? efectivamente, no lo voy a hacer ¿algo me lo prohíbe? únicamente mi vergüenza, saldré por la puerta como hacemos todos, al menos le pegaré una colleja al tipo feo que tengo al lado, tampoco lo voy a hacer, siempre me quedará el salir andando con estilo, eso siempre…

Por discípulo de maestro Sho-Hai.

No hay comentarios:

Publicar un comentario