miércoles, 15 de febrero de 2012

La hiena.

LAS HIENAS se parecen vagamente a los perros, si bien tienen un aspecto muchísimo menos simpático. Su cuerpo es tosco, con el cuello grueso, la cabeza robusta, el hocico también grueso y obtuso, sin la menor gracia. Las patas delanteras son más largas que las traseras, de forma que el lomo se presenta inclinado; los pies están provistos de cuatro dedos. El corte oblicuo de los ojos da a estos animales una expresión pérfida y agresiva. El pelo largo, áspero y rizado, que en el dorso se alarga en una crin cerdosa, y su color a menudo oscuro son otros elementos que contribuyen a dar a la hiena un aspecto francamente desagradable. Añádase a esto que son animales nocturnos, dotados de una voz desentonada, estridente, muchas veces parecida a una risa histérica; además son ávidas por naturaleza, emanan un olor nauseabundo y andan con un paso como renqueante.
La extraordinaria robustez de los dientes, gruesos y macizos, permite a la hiena aprovechar los restos del alimento de otros carnívoros, ya que pueden despedazar fácilmente los huesos de cualquier tamaño. Otras características de las hienas son sus fortísimas patas; así como las glándulas salivales, muy desarrolladas; la lengua cubierta de verrugas córneas, y las glándulas fétidas, situadas en la región anal.

Vamos a ser las hienas de esta sociedad.

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